Palmo de seda

Había un amor lejano, intocable,
de luz atardecida en los montes,
en mí terruño amanece tarde
como tarde la tierra estéril mota,
inspira a mi corazón cartas de ébano
dentro de mí, de mi isla inexplorada
de bosque turbio, de aroma azabache
Y transcurren las fuerzas alineadas al humo
sobre el intento de chimenea insufrible,
hay suspiros que saben al ayuno
Y la versión del camino se decanta en las corbatas,
en los pasos hundidos en la arena,
en los puertos que aguardan esperanzas…

Había un amor sin tierra,
prófugo de sombras y de caminos corrientes,
los estereotipos resbalan en los acantilados
y el profundo versar pacta entre océanos
en un escrito de amor,
las olas hace crujir las misma piedras
que despiertan los anhelos,
sepa usted cual corazón huye de si mismo
y cual entierra su morada ardiente,
usted y su palmo de seda acérrima.

Había un amor disuelto, solitario,
desprendido de distancias perceptibles,
las murallas aturdidas se desmoronan
en cuanto las nubes pasan libres,
el alma intangible besa el néctar
de la carne sensible hasta el sufrimiento
que socava los pensamientos,
sepa usted quien honra los besos
bajo los tormentos infundidos
y quien entierra sus raíces en un pacto duradero…

Había un amor sin nombre,
sin nostalgia rémora , algún sollozo despierta
a los oídos mundanos en un oasis,
el fuego en la piel despierta fieras
sobre rosas de sangre,
como un pecado desenfrenado,
un todo o nada, nada existe ahora;
sepa usted como el egoísmo mueve fichas
en el tablero, usted y su palmo de seda acérrima…