Karma

Hay una ranura en el ambiente,
un espejo roto desfigurando rostros,
separando cuerpos de las mentes;
mentiras en la corriente del agua
alarman al destino de su llegada,
creo que el miedo se desayuna allí,
en ese infortunio que no avisa
y en sus brazos lástima con sus dientes,
con sus garras, con su aliento de hielo,
no avisa quien no se espera,
estaré sentado en el sofá…

El hielo es frágil en ésta tormenta
de neblina ofuscada sobre la fachada,
al pisar descalzos el aliento fenece
¡oh siento el ahogo del pasado
sobre los escombros olvidados!
el dolor cavila en el pasado
como un sabueso escarbando huesos,
cosquillean las esposas en el bolsillo del cuervo
riendo de los actores ciegos,
de las pinturas que cubren grietas de un muro,
de la luz que entretiene miradas,
la ignorancia peca con la cabeza en un hoyo;
no avisa quien no se espera
¿Karma?…

Las monedas son lanzadas
a un desfile de muñecos vanidosos,
tiesos, estirados, engreídos,
a veces no hay cara ni sello,
ni el traje que disfraza al verbo,
¿quién necesita de eso sí la muerte
aguarda en cada huella de los pasos?
la mentira no alcanza para cubrir tanta soberbia
y la tormenta se aproxima lenta,
pesada, duradera, sin fecha de invitación,
el alma arrepentida es frágil al final…

Algún niño está jugando con una lupa y unas hormigas,
¿Cuál hormiga arderá?
¿Aquella que entró feliz a la fiesta
y con una corbata creyó que podía huir?
O tal vez aquella que vio al dolor ajeno
y dando la espalda avanzó más rápido, ¿será?
Quizás todas tienen turno en la sala,
los trajes se confeccionaron, se plancharon,
se perfeccionaron a su medida,
a sentarse, que la fiesta dura tiempo…