Llueve
Deme la mirada desenfadada ahora,
la calma de niño antes de la tormenta,
que ya se está nublando mí esencia
como una cortina ante mis ojos y
siento el pecho atravesándose de pena.
Se ha detenido mí corazón en necedades,
mi alma se ha puesto como el plomo cielo;
quiero llorar y dios sabe que ya no puedo.
Quiero una desesperación y un canto nuevo,
se ha posado sobre mí casa la tarde tristeza.
Amenaza la tormenta y quiero irme lejos,
allá donde el árbol dibujaba su sombra en el suelo,
donde soñaba ser adulto y alejarme del necio.
Deme un corazón como el que antes tenía.
Cuántas cartas se han ido boyando por el mar infinito.
Cuántas penas olvidadas, amores, confusiones, anelos.
Que llueva ahora que alguien se ha marchando,
qué lo importante me importa cada vez menos,
qué mañana yo no estarémos más entre ustedes;
que lloré el necio por necio, es su propio dilema.
Ya se está yendo toda esta pena en forma de lluvia,
el miedo nos rodea, el sentirnos solos de nuevo.
Irónicamente la simpleza es pura e infinita y
comienzo a sentirme cada vez más vivo.
Cuántas utopías se han hundido en las profundidades.
Cuánto llanto a pasado sin sentido, y cae la lluvia.
Deme una nueva razón para seguir sufriendo,
algún antiguo dilema que venga a mi memoria.
Ella se ha marchado lejos de este mundo,
como un ave gris desaparece surcando el cielo,
como mí pena se evapora ante los ojos de otros.
Siento absurda e insensata mí alma, mí mente y mi cuerpo.
El más tímido pensamiento tiñe el cielo y descanso en su monótomo sonido.