Mi cadáver

Se escucha un murmullo
y oigo pasos sobre mí,
quizá mi refugio pueda hacerte percibir algo a ti.

Mi habitación es muy estrecha
y somos miles de huéspedes instalados aquí,
una mujer a mi izquierda y un bebé a mi derecha,
todos apretados estamos así.

Algunos estamos sobre otros,
de algunos más queda poco rastro,
parecemos monstruos atrapados en un astro;
que está a punto de estallar,
porque en poco tiempo dejaremos nuestro lugar
y nos tendremos que marchar.

Quizá con el viento me toque volar,
tal vez por medio de la tierra,
puede ser que con algún río me pueda mezclar,
o quién sabe,
puedo hasta convertirme en unas pizcas de arena.

No importa a que medio me habitúe,
mientras no deje de moverme estaré bien,
podré pasar por donde estuve
y nadie me dirá que necesito piel.

Estoy mejor que cuando la vida yo vivía,
parece mentira pero mi asesinato
fue lo mejor que podría pasarme,
yo sufría y todo por al amor enfermizo entregarme.

Tantas heridas marcaste en mí,
heridas internas y externas,
desde mi cabeza hasta las piernas
a pesar de que mi atención siempre fue para ti.

Mis órganos con sustancias tóxicas comenzaste a dañar,
a mis emociones las solías manipular,
todo con tal de que no te dejara de idolatrar.

Dejarme llevar por alguien impulsivo me costó la vida,
quise intentar algo que los demás no conocían
y que al inicio el tapete me movía.

Tarde cuenta me di que me hacía daño gracias a ti
pues me supiste controlar hasta el fin.

Ahora pago con estancia invisible terrestre los malos ratos que me hice pasar
y nadie tuvo la culpa, sólo yo, por dejarme mal llevar.