Espejismos (con una mente retorcida)

Muchos años creí que en el amor no se sufría,
eso sólo lo decía porque lamentablemente,
no lo conocía.

Hoy en día mi mente vive con ideas mal desenlazadas,
sabiendo de sus procesos pero nunca llego a la conclusión dada.

Te miré sólo un momento
y ese fue el único que me bastó
para enamorarme de ti.

Fui un masoquista porque tú te burlaste de mí,
no creías que te podía enamorar
y nunca creíste que por mi podrías suspirar;
con el tiempo las cosas se acomodaron a mi favor,
logré entrar a tu corazón,
me entregaste tu amor y tú me llenaste de ilusión.

Desde el principio siempre me lastimaste,
te encantaba involucrarme en situaciones dolorosas,
me humillaste con un ramo de tu jardín de rosas,
pero poco a poco el dolor comenzó a ser mi amigo,
tanto, que hasta él sufría conmigo,
yo lo consolaba y orientaba.

En este momento, mi dolor por tu causa es tan inmenso
que ya no lo puedo soportar,
sufro mucho y las cicatrices aún no terminan de cerrar
cuando ya hay otras por engendrar.

Por eso te pido, si me vas a liquidar,
no tardes más, hazlo ya,
te juro que no quedará rencor,
elimíname ya,
que con ello crecerá tu valor para que me vuelvas a despertar
de esta tumba de dolor.

Entiendo que eso es el amor,
si no sufriera no sabría que en él hay dolor,
muero poco a poco pero no me queda más que soportarlo,
no hay de otra, más que al amor aguantarlo.

Te pido por favor, acaba con mi dolor y hazlo más insoportable,
termina con este martirio porque mi cuerpo no es inquebrantable.

Ámame más, castígame más, que de esta manera sabré
que no me has dejado de adorar.

Hazme sufrir más y mi amor sólo tuyo será,
¡Amo que me castigues!