Misiva de un Condenado a su Amante
Misiva de un Condenado a su Amante
Ya poco falta para el instante aciago.
Nadie valoró mis fútiles objeciones.
Pretenden acallar al verbo que desnuda a la calandria.
La acacia llorará hojarascas.
Los gemidos urbanos enmudecerán al sinsonte.
Pero no corroerán vuestra memoria.
Porque mis versos serán indelebles.
Con líquido seminal habremos de fertilizar
el surco.
Alados se tornarán disidencia y erotismo.
De la estulticia se reirá la lira que por los plebeyos
lloró.
Por su animadversión y desdeño homofóbico
haremos mofa en los asteroides.
I.
¡No estéis trémulo!
¡Marchad ufano!
Porque la pólvora solo editará mis poemas.
Les suplirá la puntuación con estrellas de Pléyades.
Gracias al obús esta elegía perdurará.
Con el epílogo irrigarán el germen del almácigo
creativo de mi espíritu.
El carmesí violáceo tornará al índigo marino
de la mansedumbre.
Que lágrima alguna no manche las cuartillas,
y persista incólume la rosa que les perfuma.
Eternizando la primavera de nuestro sórdido
contubernio.
II.
El hades será para las falanges Franquistas.
Por carecer de metonimias para mi sentir,
he de ser fusilado en minutos.
Pero seré un indómito transeúnte incorpóreo.
Más in extremis no verán mustio al almendro
que me da sombra.
Podrán los inquisidores transgredir el músculo,
no así los sonetos en que la copulación nos unió.
III.
Seguid escuchando el ‘‘Madrigal’’ que nos enjuga,
dentro de ‘‘La Caracola’’ que la mar regaló.
‘‘Las Llagas del Amor’’ han de borrar los sesgos atávicos.
Como en ‘‘Café Cantante’’ no desearas la muerte
porque seré ganglio en tus vísceras.
Cual preludio os dejo ‘‘El Largo Espectro’’,
para que el nido blanco solo sea recuerdo.
Sonreíd, que como en ‘‘El Soneto de la Dulce Queja’’.
ya no deberé ocultar el pudor.
Yo pondré ‘‘El Pecho del Poeta’’,
para que ingreses raudo al velero de cristal.
Navega sin que fenezca tu ser,
hacia esta ‘‘Alma Ausente’’ empoderada en los juncos.
IV.
Ya los sicarios apuntan sus cerbatanas sonoras.
Por eso te envío esta epístola con el sentimiento,
tan solo llevada por el pensamiento.
Pese a que se avecina una querella,
sé que vendrán tiempos mejores para la raza humana.
Momentos en que el albedrío dejará aparentarse
al león, como el acuático salmón.
A la piraña vivaz, con la paloma torcaz.
Y hasta a la piedra amatista, con el pusilánime
conspiracionista.
Por lo pronto recordad siempre,
que nadie puede ser juez y parte en el litigio,
en que todos somos imputados.
Y recuerda que te amé y te amaré,
‘‘con toda la ternura que almacena mi corazón’’.
A Federico García Lorca
Asesinado por marxista y homosexual.