TETA, EL NIÑO ENTRE LAS DOS PAREDES (CUENTO)
Su nombre ya pocos lo recordaban había sido noticia allá por la década de los 80`s cuando por un descuido de sus padres cayó entre las paredes de dos construcciones, dos edificios mal planificados que dejaban entre uno del otro un espacio libre una distancia aproximada de medio metro. Ambos edificios eran altos modernos, lo que me informé del asunto es que se trató un problema legal sobre la antigua división de la propiedad, se asentó la propiedad entre los dos edificios en los registros públicos, era una propiedad de 50cm de ancho por 500 m. de largo, en verdad eso resultaba una aberración jurídica pero como en este país las aberraciones son una constante y sobre todo las jurídicas no se pudo hacer nada al respecto la propiedad estaba así asentada en registros públicos y así quedaría.
El niño entre las dos paredes solía asomarse de vez en cuando a recibir una que otra golosina por parte de sus padres, recibía las golosinas saludaba muy alegremente para luego desaparecer de improviso del mismo modo en que aparecía, era común sentirlo jugar entre las paredes de los pisos superiores de los edificios, algunas veces el niño lloraba desconsoladamente y algunas otras cantaba de felicidad,
Dicen que una vez todo un escuadrón de bomberos incluyendo al jefe principal intentaron rescatarlo de entre las paredes, pero este se negó y se escabulló, hasta la fatiga de sus rescatistas los cuales después de varios días desistieron del rescate, seguido de los bomberos y policías desfilaron periodistas, chamanes, científicos, testigos de Jehová biblia en mano tratando por demás de convencerlo que abandone el espacio entre esas dos paredes pero sin resultado alguno. Fue después de algunos años que ya casi lo habían olvidado, las visitas de sus padres trayéndole golosinas y fruta se hicieron más esporádicas cada vez, hasta que dejaron de venir y el niño entre las dos paredes ya casi era un olvido.
Un viejo amigo de aquellos que son tan antiguos que no recuerdas su nombre y me comentó sobre el niño. En ese momento se me catapultó el recuerdo también de aquel niño que alguna vez escuché por las noticias que había caído entre las dos paredes de unos modernos edificios y pensé en ir a visitarle a conocerlo fue así que tomé la decisión y me puse en camino planifiqué el viaje con días anticipación preparé linternas, agua limpia una brújula .Empaqué una estufa, y algunas cuerdas para escalar, siempre fui un tipo previsor y esta no sería la excepción. Me conduje hasta aquellos dos modernos edificios se encontraban en plena avenida central el espacio entre edificio y edificio estaba disimulado con un falso muro de madera muy bien hecho llevaba el número 680 avenida central con algunas aplicaciones talladas en las esquinas y mitad, hermosas pero le daban un tufillo medio fantasmal, bueno eso no me detendría en mí ya decidida empresa de conocer y hablar con el niño entre las dos paredes. En medio del falso muro y mejor aún disimulada había una puerta pequeña como de un metro de algo por cuarenta centímetros de ancho, lo suficientemente espaciosa como para que salga un niño atrapado, la puerta tenía una ventanita por donde alguna vez el niño recibía los alimentos y golosinas que le traían sus padres , me acerqué al falso muro y nadie lo vigilada hacía ya varios años atrás que el guardián de ese falso muro se había jubilado Hermelindo Mesa había dedicado sus últimos 17 años de policía al servicio de cuidar el falso muro en donde detrás habitaba el niño entre las dos paredes pero a pesar de ello nunca había conversado con él es mas asegura nunca haberlo visto solamente el cumplía con su trabajo de resguardar porque así se lo había ordenado el comando policial y el mismo ministro del interior. Pero eso ya no tiene mayor importancia el asunto es que estaba frente al falso muro y a momentos de abrir esa puertita y adentrarme en el mundo del niño atrapado entre dos paredes, llevaba yo mi mochila con mis artículos de sobrevivencia, pesada pero no me restaba mucha maniobrabilidad así que me apresuré y empujé la puertita que para mi sorpresa estaba sin llave alguna, miré a todos lados nadie me vigilaba a nadie le importó que entrase por aquella puertita,
Cerré la puertita tras de mí y me encontraba ya dentro del mundo entre las dos paredes, no había nada luz no podía ver nada tropecé con algún objeto el cual no pude identificar cayendo de cara, cayendo de hocico como diría mi madre, me di uno de esos golpes que te hacen ver estrellitas aun en plena oscuridad, de esos golpes que te traen luz en plena tiniebla. Perdí la noción de donde estaba por algunos segundos me logré incorporar a duras penas ya que tenía sobre mí la mochila con todos esos artículos de sobre vivencia que esos casos me era un estorbo más que una ayuda, sentí que alguien me ayudaba a ponerme de pie era unas manos pequeñas pero firmes que me impulsaron a despegar mi maltrecho cuerpo del suelo, instintivamente dije gracias.
Saqué de mi mochila una de esas luces químicas que vienen listas para quebrar y alumbrarse y me dio luz sobre quien me ayuda a incorporarme, resultaba ser el niño entre las dos paredes, mi alegría fue mucho más grande que mi espanto lo tenía frente a frente y no era necesario el buscarlo allí entre esas dos paredes él había venido a mí
__¡Jola__! me dijo y dejó salir de su rostro una gran sonrisa, le respondí el saludo con un hola y seguido le dije que me llamaba Atilio Venturinni y que había venido para conocerlo y para que me contara porque es que decidió vivir entre esas dos paredes, pero antes de que me pudiera contestar la primera pregunta le hice otra más le pregunte su nombre. En su rostro se dibujó otra mueca como de quien no recuerda u olvidó su nombre, luego se chupó el labio y me respondió diciéndome _Teta me llamo Teta, así me llamaban mis padres por alguna razón. Teta que nombre tan extraño me dije en mis adentros pero que extraño podría serlo en un niño tan extraño como este, antes que pueda hacer otra pregunta el niño mejor dicho Teta me hizo un gesto de silencio y me pidió que le acompañase, le seguí por un rato, se abrió ante mi alguna claridad ya por lo menos podía ver por donde caminaba, nunca pensé encontrar tanto espacio entre esas dos paredes parecía una calle en penumbra por donde caminaba solía tropezarme con algunos escombros y restos de plumas de aves pensé que aquí es donde vienen a parar tosas esas plumas de aves y esos restos de nidos, habían farolas de colores que iluminaban el lugar de modelos tan antiguos que uno se preguntaban de donde las habría sacado pero lo que me llamó mucho la atención fue el niño era un niño de aproximadamente siete años con un gesto demasiado tierno yo diría siniestro nada comparable con el principito o algún otro niño de los cuales eh leído alguna vez, definitivamente nada parecido a él, este niño me daba mucho miedo.
Le seguí por todo este intrincado bosque de escombros de construcción, escalando y esquivando latones y salientes de fierros. Me dijo que guardara silencio por que podíamos despertar a la señora que vive en el laberinto. Me dijo
Que mucho antes que el cayera entre las dos paredes ya vivía allí alguien que se llamaba la Minovaca una señora rubia de contextura gruesa alta de buen vestir usaba un casco de hierro con un par de cuernos de madera tallados por ella misma según la señora le dijo que era familia de un famoso monarca de un lugar llamado Creta muy conocido allá en las Europas.
Teta me dijo que no hiciera ruido porque ella despertaría. Ella vive en esta parte en donde todo es como un laberinto, la señora Minovaca suele abordarte en el laberinto atosigándote con historias sobre su vida de cuando casi fue una reina y de cuando casi fue una gran actriz e historias llenas de actos inconclusos y glorias frustradas, es frecuente ver a la señora Minovaca escribiendo el mapa de cómo salir de su laberinto en cada ladrillo de este, pero son tan confusos que es mejor no tomarles importancia, porque terminarías perdiéndote. Por ese motivo preferí desviarme del laberinto aunque diré que me hubiera gustado conocer a la señora Minovaca.
El rostro de Teta cambió cuando pasamos por un lugar en donde había muchas plumas regadas en el suelo, era como un valle lleno de plumas de aves de muchos colores pude distinguir plumas de Cotorras de Guacamayos, plumas negras de Tordos, palomas ,cuculíes , gallinazos y todas las aves que te imagines. Le pregunté a Teta que hacían esas plumas allí y me respondió que eran las plumas que dejan caer las aves cuando dejan sus nidos que era normal que no me ponga triste que ellas están bien que más adelante las podríamos ver y fue la verdad pues seguimos caminando por ese estrecho valle y vi pasar bandadas de aves entre mezcladas que teñían de colores el ambiente, me dije ¿cuantas aves aquí dentro? Y antes de terminar de pensarlo Teta me comentó que eran mil y una aves que escaparon de sus jaulas ya hace mucho tiempo y que ya fueron olvidadas y que ahora vuelan aquí en este mundo entre estas paredes, a esto sólo pude sonreír y quedar aún más pensativo que al inicio.
Seguimos caminando por entre todas esas plumas, Teta disfrutaba mucho todo eso y se tropezaba al propósito sobre las plumas luego ponía cara de enojado pero sonría después a cada minuto que pasaba me parecía menos feito aquel niño, el miedo que tuve al principio por él. Al final sólo fue un producto de mi ignorancia por no conocerlo, salimos por fin de todas esas hermosas plumas. Una callecita adoquinada se abrió ante nosotros y la recorrimos yo siempre detrás de Teta siendo guiado. Era una calle muy particular y muy bonita pero al final de ella se encontraba una casa más singular todavía porque tenía un hermoso balcón en donde había parado un anciano con un porte muy elegante y altivo el cual hablaba con palabras muy difíciles aún para mí que soy muy instruido en palabras extrañas, este anciano hablaba de poder, revolución y otras cosas más que no tenían nada que ver con la realidad, Teta se acercó debajo del balcón y aplaudió mucho aquel señor y con su voz muy complaciente le gritó __¡bravo, bravo, Señor doctor! _ Teta estaba extasiado con esas palabras del aquel anciano vanidoso, aquel anciano levantaba los brazos con una sucia, vieja servilleta en la mano, saludando a la nada una y otra vez mirándome de reojo a ver mi reacción. La cual era de mayor indiferencia.
Después de un par de horas oyendo al aquel anciano me entró unas ganas de dormir, el anciano se repetía y se repetía pero con diferentes palabras unas mas rebuscadas que las anteriores, tomé a Teta del brazo y lo llevé conmigo , el pobre Teta no hacía más que aplaudir y decir: __¡bravo bravo, Señor doctor!__.
Le interrogué luego a Teta porque estaba tan emocionado por lo que decía el anciano aquel, Teta me respondió que no entendía lo que decía pero que sonaba tan bien y era por eso que le aplaudía con tanta emoción, me contó que aquel anciano en sus tiempos fue un político muy famoso pero luego de algunos años llegó a tener la presidencia del país pero se olvidó de todo lo que había prometido y fue por eso que la gente se olvidó de él, ahora hace un tiempo se mudó aquí y nos habla cosas que no entendemos pero las dice tan bien que merece ser escuchado y aplaudido.
Me pareció una explicación algo extraña pero convencible más aún en un mundo tan extraño como este, e hice memoria para recordar aquel anciano político y la verdad aún no lo recuerdo pero aun así me pareció tan familiar.
Unas vez salidos del trance seguí el paseo con Teta, caminamos un trecho más y Teta sacó de uno de sus bolsillos de su pantalón una pequeña armónica la cual sopló una y otra vez con mucha ternura pero estuvo por demás sus esfuerzos se hacía evidente que no sabía nada de música, pero aun así movía la cabeza con mucho ritmo e imitaba con su garganta el sonido de la armónica. Pero como juzgarlo pensé si cuando cayó en este lugar apenas y sabía hablar __ ¡Estoy cansado!__ me dijo Teta y se sentó sobre una ruma de latas de leche vacías, latas que se habían acumulado por años, marcas de leche que ya habían sido olvidadas ya nadie vende leche en latas pensé, ahora se usan cartones tetrapak y algunos venden leche humana para hidratar en ampolletas de silicona.
Sucedía algo Teta se veía realmente cansado y por momento parecía que se desvanecía me pidió por favor que me fuera que ya era hora de irme ,pero le dije que quería quedarme más tiempo que quería saber más sobre él, pero teta nuevamente hizo una mueca algo tenebrosa como quien se retuerce la cara de dolor y sacó de su otro bolsillo un pedazo de dulce de melcocha y me dijo que por favor lo acepte que no lo coma aun pero que lo conserve y así fue tome ese pedazo de dulce de melcocha ,la envoltura estaba media abierta y tenía un aspecto rancio. Teta se sentó junto a mí y se recostó en mi espalda poco a poco fue cayendo en un sueño que a medida que entraba en él se iba transformando en un niño aún más tierno, sin darme cuenta también me quedé dormido poco tiempo después me despertó la mano de un bombero rescatista, lo supe por el uniforme rojo y el casco inconfundible, las luces de unas linternas mi vista poco a poco lograba reconocer las cosas. Miré a mi lado y no había más que mi mochila y demás artefactos desperdigados, según lo que me dijeron luego fue que me había caído y golpeado fuertemente la cabeza, que fue un milagro que me hubieran hallado con vida, si no fuera porque alguien dejó un extraña nota en la puerta de la estación de bomberos, una nota escrita a pluma en un sucio y pegajoso papel, con letra muy infantil en donde decía textualmente __eñor eído avenido central 680__eso fue lo que le salvó de quedarse atrapado otros tres días más, fue lo que dijo el bombero antes de subirme en camilla al carro de la ambulancia.
Comentarios & Opiniones
Interesante y extraordinaria obra. Encantada de leerte. Cordial saludo.
Melancolía, mucho interés me causó tu excelente cuento, amigo querido.estrellas para ti.