Cismos.

poema de Celeste Alma

Mientras temblaba el subsuelo de la Ciudad de Los Palacios
yo me encontraba en un motel de Puerto Vallarta acariciando el cuello de un cadáver suplicante.

Le dejé una marca fresca...
Tinta violácea.

A veces es necesario deshacerse de las cosas
cual si fuesen colillas de cigarros.
No sin antes degustar sus densos humos...
por supuesto, no sin antes fumarlos.

Extraje hasta el último vaho de su aliento
y después, ese bagazo
- póstumo resto de estertores mortuorios -
revivió del letargo.

Cogí mis medias de entre los cismos de sus muñecas.
Dije para mis adentros: Ahí te quedas.
Y el muy idiota me gritó : Te Amo!