AHÍ ESTÁ ELLA

Entre el horizonte de las tardes naranjas, resplandecen los seres del aire, surcan nubes y cielos tan altos, que su voz insondable se queda.
Entre el cielo siempre ví una estrella, una cual alumbraba mi alma, una inmensa, una calma brindaba a mi ser.
Estrella de luz imponente, cuya luz alumbró mis raíces, y en su nombre encontraba ternura, pues Gabriela quitó la negrura que en mi alma siempre habitaba.
Y Gabriela tenía su pequeña luna, una luna tan tierna e inocente, era Angie de quién Gabriela salió, y su luz a mí me cambió.
Siempre estuve en el fondo del mar, rodeado de lentos y gigantes monstruos, siempre estuve en el fondo del mar, y yo jamás había logrado amar.
Cuando la luz en ellas conocí, cuando la vida en ellas ví, cuando el amor en su voz aparecía fue cuando la sangre a mí me subía.
Yo había muerto y flotaba hace tiempo, yo habitaba con seres sin voz, poco a poco mi ser se cegó, yo vivía en luto, en silencio y roto.
Un rayo de luz a mí me llegó, un rayo de luz pronunció mi nombre, un nombre que había olvidado, la luz de su voz mi corazón revivió, la vida en sus ojos mi alma encantó, y cuando poco a poco del profundo ascendía, poco a poco el mal yo en mí ya traía.
Muchas veces Gabriela me habló, de mundos, de emociones inalcanzables para mí, con tanta vida, con tanto amor, con tanta nobleza, con tanto corazón, muchas veces mi mal le llegaba, muchas veces mi vida le afectaba.
A Gabriela mil veces dañé, a mi amada luz mil veces rechacé, y el mal en mi siempre despertaba, y el mal en mí nunca acababa, y mi mal... A ella decepcionaba.
Poco a poco ambas luces perdí, la estrella y la luna que no pude cuidar, se convirtieron en sangre que podía con amor guardar.
Mis males, miedos y traumas a ella llegaron.
Mi amor y mi alma en ellas se quedaron.
Mi vida y mi cielo poco a poco acabaron.
Volví a sentir el gran mar, infinito, frío y basto como la eternidad.
Los volví a ver, a los monstruos silenciosos, a los seres sin amor, a los seres sin luz.
Cuando a estrella y a luna perdí, yo jamás emociones sentí.
Cuando a Gabriela y a Angie perdí, en la noche oscura caí.
En el fondo del mar yo lo ví, era ella mostrando su amor, ese amor con la vida guardé, ese amor con la vida escondí.
Ahí en medio del llanto yo ví, el pasado dónde era feliz, ahí en fragmentos del pasado encontré, una imagen de su amor y su luz.
Han pasado mil años sin ellas, he pasado sin verlas mil días.
Aún en el alma yo guardo su luz, aún con los negros monstruos conservo su amor.
En medio del fondo del mar, yo sé que jamás me podré amar, en medio del fondo del mar, a mí jamás me voy a perdonar, y su eterna pizca de luz yo voy a guardar.
Mi mal a su luz alcanzó, mi mal en su luz ella sintió, su miedo hacia mí me destruyó, mi vida hasta ahí llegó.
Yo veo en recuerdos su luz, yo veo en memorias su alma, y aún con amor yo la guardo, y aún es su luz la que amo...
Comentarios & Opiniones
Son hermosos los versos escritos por ti. Saludos cordiales :)
Es triste tu poema. Atrapa cada línea, esperando un final feliz.Todos merecemos el perdón. " Que lance la primera piedra él que este libre de pecado"
Saludo cordial!
Interesante. Aunque solamente queden recuerdos, ver su luz resulta muy significativo. Valioso retorno a las publicaciones.
Saludo cordial y hasta nueva obra.
Estrella de luz imponente, cuya luz alumbró mis raíces, y en su nombre encontraba ternura, pues Gabriela quitó la negrura que en mi alma siempre habitaba.
Preciosa toda la obra.
Saludos cordiales
Abrazo.
Desde el primer verso que he leído, me parece una obra maravillosa.
Saludos cordiales