La Plaza

Una mañana cualquiera, al pasar por una plaza

Estaba una niña, muy bella, sentada en una terraza,

Inevitable era, no fijarse en ella, pues parecía una princesa

Que desde lejos deslumbraba.

Tan solo medié con ella un par de palabras, que me parecieron

Pasajeras, porque en sí, de nada hablaban.

Pero el tiempo desde entonces, ya pasaba y cuando volvíamos a vernos

Algo parecía que cambiaba, la complicidad en los momentos

Que antes no tenían importancia, con la magia de los cuentos, que cobraron esperanza

Hasta el sol nos tenía envidia pues lidia se llamaba, mi princesa soñada

Con sus colores de acuarela y sus ojitos de canela

aun más me enamoraba