Oda al silencio luminoso

Ligera adelante y arriba una luciernaga esta de otra luciernaga,
parecen estaticas en el firmamento que contiene las diversidades,
en la cima están de donde pertenecen, no tiene alimento su hogar,
todo parece inestable, susurrante, los parpados tienden a cerrarse
junto al palpitar incesante, cobarde, de no haber perdonado antes,
no descansar lo suficiente, el paisaje se hace presente con su tropa,
mientras lo subterrano se congela, la superficie alegra la guerra,
las luciernagas se prenden, se apagan, se prenden y permanecen.

El par de caminos que se abren, constantes, parecen inquietos,
un saltito tras otro de atómo viejo mezclan ambos trayectos,
las luciernagas alumbran como el sol y se conectan con el ozón,
se alimentan del mismo sol mientras le daban juventud a los dos,
apoco rejuvenecen, apoco se sana la carne, apoco se sana el sol,
se eleva la vibración, el par de caminos se sentó y sientió el suelo,
lo subterrano tenía tantos daños en lo perfecto, transmitamos esto.

Hagamos que llegue a cada vertebra del esqueleto, que conecten
con el camino vibrante y las luciernagas danzantes del cerebro,
el caudal vertebraico sale y entre por el ozón, por todo el suelo,
la frente se poza en el suelo y se activa un circulo que todo drene,
el fatigar, la inseguridad, la lucidez, soy más corazón que pene,
soy más viento que carne, me dejo llevar con el Lam y el Om,
para afinar entre ellas todo el empirismo que envenene y deje,
es más fisico que espiritual, soy lo que parezco, soy el correo,
luego del silencio aparece al magnanimo que se autocontiene,
el magnanimo desear, donde pasan todas las almas interntes
y también las curiosas almas freneticas de arte que pueden verle.

Tengo un sueño, que algo bueno pasa, que la felicidad nos abraza
y que la comodidad no sera el verdugo ni la cama, algo bueno pasa.