La noche
La noche anuncia su llegada,
envuelta en un exuberante vestido rojo.
El perfume que denota su prístina esencia,
en si el preludio del hechizo eterno.
Deseando dilucidar los secretos de la luna,
su verdadera obsesión.
Los profundos deseos son consumados,
en el edén del pecado,
solo una muestra de su singular encanto.
Inocencia que es desnudada ante la soledad,
¿es el arte tan absurdo y subjetivo?,
abrazando a un cuerpo temblando de frió.
Volviendo a los oscuros pensamientos,
pequeños fragmentos de su exquisitez.
Deleitando a la vanidad perdida en el destino.
Descarado libertinaje bajo la luz de la luna,
al menos ese sería el sentir de un alma encerrada,
durmiendo en las trágicas palabras.
La amargura es diluida en el sonido del violín,
una expresión macabra de su soledad disfrazada,
"puedo oler tu melódica tristeza".
El sombrío lamento del crepúsculo,
bajo un festival de rosas encantadas,
lejos de alcanzar el placer de conquistarla,
el placer de rosar el manto de la luna.
Tu soledad engalana el eterno vacío de las pesadillas.
El cielo es corrompido.