Muere la madre del misógino declarado

poema de F.A.LaZarte

Es invasivo, perturbador,
cómo pasan estas cosas en el trabajo.

Parecía que todos acompañábamos al imbécil,
viendo morir lentamente a su madre,
como ha pasado o pasará con las nuestras.

Hablaba sin vergüenza de lo que significa ser hombre:
un hombre no es un hombre si no engaña,
si no usa a las mujeres como objetos,
si no compra cuerpos en lugar de buscar afecto real.

Relataba historias de bares,
de noches con mujeres que, según él,
eran trofeos para mostrar,
desechables como cualquier otra cosa.

Pero mientras se jactaba, el teléfono sonaba.
Era su madre.
La escuchaba con una ternura que ninguno esperaba,
su voz, antes tosca, se volvía suave.

Tomaba cada llamada con cuidado,
con la preocupación de un hijo que sabe
que le queda poco tiempo.
La misma boca que denigraba mujeres
hablaba ahora con cariño.

Ella murió mientras estábamos aquí,
en el trabajo,
el mismo donde el jefe una vez se burló
de la muerte del padre de mi novia,
un ministro, asesinado a golpes
en una protesta minera.

La poesía vive en el contraste,
en la división entre dos mundos.
Este hombre, tan abiertamente misógino,
decía lo peor sobre las mujeres,
pero escuchaba a su madre morir
con una ternura que parecía ser otro.

Hiciste un trabajo terrible, mujer.
Él nunca amará a ninguna mujer
como te amó a ti,
solo a ti.