UN MISERABLE

Lo era, traficaba con la impiedad,
quizá fruto de una familia herida
sorteando oprobio luciendo vanidad;
en efecto lo era, y yo le conocía.

Implacable con los débiles,
temeroso ante los grandes,
a conveniencia con los iguales,
mantenía las manos célibes.

Pensaba que yo era bondadoso,
y no, únicamente me negaba a ser
como él era, no deseaba ejercer
el cáustico abrazo del oso.