Muerte tranquila

Estas junto a mi desde que nací
y esperas paciente nuestro encuentro.
Eres cual caverna sombría y húmeda
cubierta de musgos sobre rocas viscosas,
como un blando tapiz que desciende
a las profundidades del inframundo.
Más no te temo como creía temerte
ni te ignoro como quisiera ignorarte.
He pasado la mitad de mi existencia
buscando el camino más largo
que me conduce a tu profundo regazo.
¡No te quiero a mi lado todavía!,
quiero que estés lejos, muy lejos
como estrellas en el firmamento,
o galaxias que conviven
en el vacío infinito del universo.
Y por último, cuando te aproximes
a mi cerebro y a mi corazón
te recibiré tranquilo y confiado,
saciado ya de longevidad y afecto.
Y tu, muerte mía, no serás el horror
de la corrupción que se degrada,
sino el plácido sueño
que acogerá mis ansias de trascender.