A la Luna en Bicicleta

Voy a la luna en bicicleta.
Pedaleando por las asimétricas calles
de la siniestra ciudad.
El monóxido de carbono
abruma el plácido céfiro.
Los iluminados rascacielos
de la metrópoli, son testigos
de quienes conjuran contra el pueblo.
Las sirenas de la uniformada
se dirigen vertiginosamente a la escena del crimen,
dónde el culpable es el hipócrita de cuello blanco.
El chiquillo solo es víctima de su condición.

Voy a la luna en bicicleta.
La empinada cuesta me fatiga el alma.
Cuesta crecer en un mundo
dónde las utopias son prostitutas de cine.
El gourmet y las barajas
son la orden del día
en el teatro que llaman Senado.
La educación es clausurada
sobre los frágiles cimientos
de los sueños olvidados.
El autócrata gobierno galopea
incesante sobre las afligidas espaldas
de un abrumado pueblo.
La esperanza se deteriora
con la puesta del sol.
La esperanza se marchita
quedando en sus centenarias plazoletas
las memorias del ayer.

Voy a la luna en bicicleta.
Los buitres diplomáticos se alimentan
de las mijagas del pobre.
El asfalto cubre turbiamente
la deplorable
condición del estado.
El olvido es disonante,
moribundo y temerario.
La luna es la voz sonora,
la luna es voz resonante
que clama ante las injusticias.
Voy a la luna en bicicleta
para poner resistencia
a los buitres de plástico,
fantoches de cuello blanco.