EL CARCOMEN DE SU AUSENCIA
¿Quién diría que muchas veces parece que nuestra vida le pertenece a otro mortal?
En mi caso,
duele el imaginar tu ausencia,
el no tener tu cuerpo junto al mío cada mañana,
el no verte llegar por esa puerta al caer la noche,
o no sentir tus besos a la mitad de cada sueño.
Increíble es darme cuenta de que, sin siquiera notarlo, te adueñaste de un alma que no era la tuya,
una que, sin saberlo, creó la necesidad de tu presencia,
de tu voz, de tu tacto,
hasta del roce de tu cuerpo.
Es dolor en el pecho lo que nace cada vez que no te siento cerca,
cuando la distancia juega a ver quién más resiste entre nosotros,
y cuando la luna se sienta a observar a dos almas separadas,
que se extrañan sin remedio.
Caótico es el mundo que junta a quienes no se soportan y aleja a los que se complementan o se necesitan.
Juego a crear tu imagen caminando a mi lado,
en estas playas bellas que yo no encuentro hermosas por la falta de tu presencia,
juego a inventar el roce de tus manos cada vez que el viento me susurra que me piensas a lo lejos.
Me siento en estos muros a ver cómo otros generan recuerdos, mientras yo solo me alimento de extrañar lo que una vez fue.
¿Hasta cuándo la vida jugará a acercarnos y alejarnos?
Solo los dioses saben cómo te añoro en cada salida y puesta de sol,
cómo le susurro al viento que te lleve, a través de él, mis te quiero y un beso de recuerdo.
Ojalá algún día la lejanía sea solo una palabra del pasado.
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