EL EMBARCADERO

Aquel viejo embarcadero
al que solía ir a meditar,
me han dicho: lo desbastó la creciente,
y dejó unos pocos maderos
que eran los más firmes.
Los dejó de testigos, inclinados
sobre una costa barrosa llena de
desperdicios y juncos verdes.
Aquel viejo embarcadero
en el cual alguna vez fui a llorar,
parece aún más solo, triste,
cansado, más comprensivo tal vez...
Hoy, apenas bajaron las aguas,
lo fui a recorrer en silencio.
No he podido aproximarme mucho,
pues el camino anegadizo lo impedía,
pero igual fui a visitarlo, a mirarlo.
Le dije que no importa
que esté más sucio y arruinado,
porque igual seguiré yendo
a meditar, a calmar mis ansiedades.
Nunca ya, lo podría abandonar,
son tantas y tan importantes
las cosas que el sabe!
He sonreído al verlo nuevamente,
ahora con sus maderos quebrados,
el a pesar de todo ha sabido sobrevivir,
como yo, a las tormentas, crecientes y huracanes.
El, como yo, ha vuelto a vivir!
Comentarios & Opiniones
Dedicado a un embarcadero en Nuñez, Buenos Aires
Saludos. Agradable obra, con intensos sentimientos, analogía y metáforas suaves y un lenguaje claro que permite comprender el objetivo estéticamente planteado. Un gusto de lectura. Reciba usted mi amistad y respeto.