Torcaza errante...

Torcaza errante…

Ensueño de propenso desvarío,
aploma tu cintura tras el vuelo
resiste de tu umbral, torcido anhelo,
al soplo de volar, júbilo espío…
Mojado tu cabello en la espesura
tras el nimbo de tu cuello, ahínco:
perfume de tu sombra, que apresura,
enalba de tus Soles, donde afinco…

Es tierra en la espera de tus pasos,
no vuelo, si acobarda en la estrechura,
ni aun puedo, sin no es alba tu blancura,
yo te cedo, de amor todos mis vasos…
Acendro tras el Oro de mis cauces,
aleve de tus labios trae el beso:
de sombras y carmín, voy por tus fauces,
retoba si en el lirio, hay jazmín preso…

Es Oro, no rubí, ya no esmeralda,
cofradía oportuna de tu falda;
tras el renuevo, trance, tu Verano,
sin el pudor que inclina sola mano…
Espejo de tu Piedra silenciosa,
abnegación turgente de tu Luz
mi propia herida sana, si virtuosa,
no la cadencia plena sin tu Voz…

Hechizo de mi encono, si partían,
solos Heraldos, bucles, si no imperan
las llamas que del cuerpo se apoderan,
solos heraldos, bucles, me infligían…
Las llamas de tu pecho, llamas arden,
y en llamas, llamaradas, dulces aguas,
imploran por ardor, batir espumas
que tarden en tu flor, mientras no arden…

Erizo de tus alas mi plumaje,
en sordo vuelo, espuma que acomete,
ya no delirio triste, pues un viaje
heroico pleno, insiste y se somete…
Mi boca trae el mar de tu dulzura
y rosas no son frescas, sin tu áurea,
escoplo, sal y mengua, estrella rósea,
que besa con sopor, toda mi albura…

De nieve dulce flor, tan dulce, leda
arúspice frontal de mi aforismo,
en cauce, la fragancia con él mismo
excede, sin tu fragua, mi arboleda…
De turpitud umbrosa, extingue el claustro,
nevado mi loor, tan sólo pétreo
indemne en mi locura, pues, nevada,
de rosa flor y estrellas, perfumada…

Y tan ligera amante, perpetúa,
ya no la flor, el alba, sobreactúa…