Romántico, yo?

¿Romántico, yo?
(He muerto hace mil años)

El martirio yace al recordarte,
deslizado en atroz conjuro con pie incierto,
vende lágrimas de amor mi desconcierto
encerrado en el vajel de la pluma de mi arte…
Busco y sigo un signo, un süeño que al mirarte
desnuda el pájaro que en noche gime y ala
la desnuda pasión de la huella que intercala
el silencio en tu búsqueda del sol que puedo darte…

Horrendo y feroz látigo se hermana con mi füente,
caliginosa y soberbia cual álamo en el vïento
desnuda sü silencio que brava en el momento
el ave muda mía que sopla luz hirïente…
Alce la voz medianera congoja y suspicaz arrebato
cual oro enseña, en tu piel, cüerpo beato
y las heridas de tu süeño son la sombra de tu pelo
que desganan con la aurora la reminiscencia de tu celo…

El infierno yace en tu memoria,
todo lo pïerdo al recordarte,
mi voz y mis ojos, al mirarte
son sömbra y füego, dulce historia…
Todo lo dejo sin tu prístina congoja,
triste y solitaria te vas, por los umbrales
y dejas cojo al que sirve matorrales
de desértica llanura que la lluvia moja.

Aquella noche fuiste cielo en un suspiro
que escapó hasta las estrellas de zafiro,
y había comenzado a amarte con mi lira
suspirándote a mil besos que la furia inspira…
Delirándote en mi süeño, así perdí la vida
rindiéndote miradas de luchas extasïadas,
y en la lucha del encuentro, dormiste arremetida
en la ilusión de quererme sin el filo de las hadas…

En las flores te recuerdo, ay! me matan tus miradas
heladas en esquinas, afilando las espadas
acunando en mí el oleaje tan maduro como el alba
y perdiendo en mí la noche, tea que resucitaba…
Montan los silencios los caballos que he dejado
cabalgando tus murmullos de acerada sombra,
que el olëaje a tu rubor expïándose y ya ajado
silenciaba en el albor mi perfume, el de mi siembra…

Alejándome de ti ya he muerto hace mil años,
y hace mil destellos de fría luz, te has ido
recordándome la ruina y el apogeo que al descuido
la sombra de éste mundo dulcificó en tus labios…
Mis ojos son ya noche, y sol desnudo müere
sin el colapso que las estrellas en su gravitación hiriere
y fui el espanto que la flor más hermosa sostuviera,
besándome el aliento, más fugaz, más linda espera…

He dejado ya mis labios de lujuria presos,
condenados por amor, por amarte, son mis besos.