A fuerza de seguir

A fuerza de seguir

A fuerza de seguir buscando penas,
tal es la gracia de mi llanto en las alburas
que el comandante de mi cielo en luces puras
arremete con su sal, nevando arenas…
Tal es lo cierto de mi soplo cual vertida
la llamada de mi canto, doblegada
cual sólo un cirio de mi pluma a ti rendida
desde mi espanto hasta la muerte acicalada…

Doblez de fuerza, entablando aquél querube
cual sólo llanto de amor, del que no tuve
el rostro amado, por sobre el ala de mi ciervo
andante, cual la gala de mi acervo:
sólo se irradia más la copla bienamada,
todo su lirio es vendaval, cual éste sopla
así nevado el manantial que me resopla
aún anudando la mañana sobre espada…

Del joven astro, musitando la enramada
hace crecer la espina de su frente,
así ya queda su murmullo más sapiente
en otra mella que al dolor es otra amada…
Sobre el destello de mi dial, de mis dos alas
bate la brisa aquél sopor y bajo el tedio
aquél doblez de miramiento sobre el predio
de mi azahar, nevando sobre palas…

Así la frente de mi amor se bate el pecho
acicalada de mi amor aquélla ultranza
bajo el delirio de tus ojos de esperanza
sobre la estela de mi amor, en ti deshecho…
Tal el laurel que el tiempo solicita,
ó verde ramo en mi legumbre nacarada
sobre el despecho de mi amor, que se limita
a doblegar la garantía inmaculada…

Pues, sobre paso de mi azar, nevó la copla
aquél delirio de soñar, verte la espalda
ó aquél océano que al mar rotundo escalda
al firmamento de mi bien, mi viento y copla…
Por sobre el ala herida de poetas,
así llamados, fueron vertidas mis sandalias,
por sobre el mar, rotundo vuelo de saetas
ó sobre el lirio de mi sombra, que no callas…

Mi solo albor, cual derramado fue perenne
en el océano del mar, sobre el delirio,
de sólo amar tan sólo el vuelo menos tenue
sólo alcanzar aquélla voz, donde el martirio…!
Mi vuelo es trunco, sólo velado cual centella
de sólo estrella camuflada de su insignia,
de sólo arte de mi amor, sólo querella
tan arraigada en mí la flor, tan viva, ígnea…

Sobre el desvelo de tu flor, nevando pude
acicalar las verdes notas de amaranto,
donde germinan otros médanos y un manto
los vuelve sombra aquélla noche, donde mude…
Y sólo el arpa que no ciega aquélla lira,
del vendaval estío que muriera,
al sólo cirio de amor cual contuviera
sólo bastión desde mi nombre hasta mi pira…

Existo por el vuelo de tus alas,
sólo por ti, mi llanura de bengalas…