Una Laura para un Abigael.

Pero claro, Abigael,
te preguntaste por Laura,
y ella también bebe de mi leche,
como añoranza nueva.

Sorbo de las ubres de Estefanía
y escalo como Juan llegando a Laura.

Porque Laura es el secreto compartido
de los misterios nuestros,
propios,
jadeantes de celo.

Porque Laura es el entierro
de los otros nombres,
y eso tiembla en los rincones
del sexo.

Porque los hombres guardamos
ese bautismo de cal
sobre un recuerdo que huele
a juventud y poesía.