Cuidado.

Tengo que cuidarte de mi querer,
amigo mío,
¿mirá si te esclavizo?
¿mirá si me convierto
en jefe malo?

También he de cuidarme,
de tu amistad y culto,
¡para no traicionarme!
¡para no traicionarte!

Te tengo que cuidar,
mi bella musa,
de mi querencia acaso
tan posesiva y mía,
y tengo que guardarme
de tu enamoramiento.

No vaya a ser que echemos por la borda,
la inspiración, la sangre, este poema.