Crisis

poema de Alastor

Padre, he venido a confesar mis pecados-habla,
arrepiéntete y serás perdonada hija mía-Cuando estoy
masturbándome veo a Dios...-y yo cada vez que te veo
hacerlo, así pues, Dios nos tendrá que perdonar a todos,
no te preocupes en exceso, tampoco es bueno...

I

Marcos es un aficionado a ganar dinero, a trabajar poco,
a la alta sociedad y a estar más cerca de sus enemigos
que de sus amigos. Pero esto último era tan solo una
actitud subconsciente originada por la ansiedad de
trabajar poco tiempo y de estar casado mucho.
Tiene una mujer preciosa, ama de casa, pero como él, con
muchas aficiones, entre ellas masturbarse
constantemente. Cuando era atacada por el periodo no
salía de casa en 4 o 5 días y se pasaba horas en el
despacho de su marido masturbándose como una perra en
celo. Él le proponía ayudarla pero se negaba
rotundamente hasta el punto de llamar a los colegas de
su marido para quitárselo de encima. Esto molestaba a
Marcos, lo frustraba, casi que lo hacía enloquecer,
viendo como su mujer paseaba desnuda babeando y con los
dedos húmedos, roja como una cereza y todo su despacho
lleno de revistas femeninas y catálogos de juguetes
sexuales. Un día, echado de su propia casa, fue con
Rodolfo y Andrés a tomar unas cervezas; furioso, optó
por contarle la situación a sus amigos.

-...Así que aquí estamos otra vez.

-Mierda Marcos, yo pensaba que tu mujer era una pirada
religiosa de esas, o adicta a la limpieza, jamás se me
habría ocurrido pensar en...-decía Andrés.

-Pues si, así estamos.

-¿Y no te deja acercarte a ella?

-Para nada, ni un beso, ni siquiera una palabra, nada.

-Hay que joderse... Ojala le diese por masturbarse
empedernidamente a la mía tío, no creo que debas
preocuparte.

Rodolfo mantenía la boca cerrada y no molestaba a nadie.

-No, si yo también me masturbo, pero me resulta incómodo,
digamos, hacerlo mientras mi mujer se transforma en un
gallo de pelea en la habitación contigua...

-¿Y por qué no entras donde esté ella, con toda la
manguera tiesa, mientras está en el ajo y...

-¡Já! ¿crees que soy idiota? Se me ocurrió una vez y
desde entonces echa el cerrojo.

-Interesante, muy interesante.

-Es como si le diese asco verme u olerme durante su
trance.

Rodolfo se levantó a por su quinta cerveza en menos de
una hora, y Andrés seguía intrigado.

-Debe existir una solución Marcos, si no haces algo
acabarás mal, no tienes buen aspecto.

-Te digo que lo he probado todo, le he comprado yo mismo
juguetes para usarlos juntos, de todo tipo,
diseñados por la NASA, hemos leído juntos a Bukowski
incluso le he propuesto hacer un trío en mi delirio...

-Joder, pues si que huele mal la cosa.

Marcos es un hombre fuerte y peludo. Es más bien feúcho
pero su atractivo masculino se hace evidente en cada uno
de sus gestos. Contrasta por el contrario su delicadeza
natural, su ensimismamiento casi permanente, aunque se
le considera una persona elocuente, un buen dialogante,
y suele ser atento, como revela su actitud para afrontar
esta situación. Si por faltar, hay algo de lo que
carece, es de crudeza, de animalismo, no es lo que
diríamos, un hombre bruto y le sobran escrúpulos como
pelo en su cuerpo robusto.

-¿Por qué no pedís ayuda a un psicólogo o a algún
consejero matrimonial?

-El problema es ese querido Andrés, que ella no tiene
ningún problema...

-Pero al parecer tú si lo tienes, y siendo así no
debería maltratarte.

-Ella me quiere, me adora, pero durante el trance es
otra persona, entonces se me olvida la situación hasta
que aterriza de nuevo a final de mes, y ella consigue
hacerla olvidar.

-Tal vez tengas que aprender a sobrellevarlo, quizás un
día de estos, cuando menos te lo esperas, se acaba todo.

-Supongo, supongo que tendré que hacer eso, aunque me
duela. En fin, dejémoslo.

Rodolfo se levantó a por otra cerveza pero esta vez
trajo dos más y los tres siguieron bebiendo y hablando
de otras cosas.

II

-¿Clara? ¿Clarita? Ya estoy aquí, ¿Quieres salir a cenar
mi amor?-la voz de Marcos flotaba en el amplio espacio
de su casa como sus grados de alcohol en su cuerpo.

-¡Ya bajo, espera unos minutos y no me molestes!

Los gritos de su mujer eran acojonantes y no tuvo más
remedio... Ella bajó antes de que saliese del aseo, iba
completamente desnuda, sudorosa, sus tetas parecían
hinchadas y de bronce, su pelo, alborotado la dotaba de
una sensualidad salvaje y andaba con los pies muy
rígidos, con esas piernas fuertes, pero muy sosegada en
el fondo, activa, pero tranquila de espíritu. Se la veía
una mujer plena, pero su mal carácter
preocupaba a Marcos.

-Cariño, ¿como estas?. Por qué no te vistes y salimos...

-No Marcos, sabes que no joder, no me apetece nada, solo
un buen bocadillo de jamón y una peli de Antonioni para
desconectar de una maldita vez por hoy y dormir. Llama a
tus amigos y cena con ellos, no estoy para nadie y lo
sabes, no me martirices por favor.

Marcos llamó a Cristóbal pero no contestaba, así que
optó por ver a la misma gente de aquella tarde. Habló
con Andrés y quedaron en reunirse en el restaurante
"Blue room", ellos dos y Rodolfo. Éste último llegaría
más tarde así que mientras tanto, él y Andrés,
decidieron tomarse la última para esperarlo. Rodolfo es
un tipo de lo más enclenque, tiene su belleza como casi
todos la tenemos, pero ese andar de pato cojo, ese
mentón derretido y una confianza en si mismo que llega a
dar asco lo convierten en hombre de pocos amigos, y en
soltero. Es un hombre muy religioso, en realidad no
mucho, en su justa medida para considerarse creyente y
contribuir con sus impuestos a la iglesia. No todos
podemos decir lo mismo. Un sabio de la cotidianidad, un
tipo puntual como ninguno, aprovecha siempre al máximo
su tiempo y gana toneladas de cobre. Marcos lo quiere
mucho porque una vez lo salvó de la quiebra total y le
ayudó a dejar su adicción al suavizante de coco y a la
ingesta en masa de analgésicos.

Al cabo de hora y media, algo sofocado, llegó Rodolfo al
"Blue room" y pidieron comida tailandesa.

-¿Qué coño hacías? Son casi las diez, y tengo un vacío
existencial en el estómago-dijo ebriamente Marcos-.

-Tenía cosas que hacer, qué coño os importa.

-Tú nunca sueles retrasarte, quedamos para las nueve y
media, comprende que nos resulte extraño.

-Pero que os pasa, ¿acaso me habéis visto cara de
extraterrestre?, todo el mundo encuentra obstáculos en su
camino, ¿verdad Marcos?

Marcos lo observaba con repelencia, como de costumbre
cuando aparece su amigo, pero había algo en él que no
terminaba de encajarle. Llevaba la camisa desaliñada y
su pelo no brillaba como lo hacía habitualmente, notaba
una clara falta de laca en su preciado tupé.

-Solo son las diez chicos, relajaos, hoy no tengo prisa
para nadie, es mi día libre-se acomodó en su silla con
una voluptuosidad jamás vista en él por Marcos, cruzó
sus piernas y miró su reloj.-Tan solo las diez y diez.

-Vuelve a mirar tu reloj-inquirió Marcos con cierto
nerviosismo-. Hazlo.

Rodolfo repitió el gesto y lo mantuvo unos instantes.

-¿Las diez y once?

-¿Es sangre lo de tu uña?

-No lo se, puede ser, me pillé la mano con la puerta del
coche.

-No, no es un golpe.

-Bueno, puede ser cualquier cosa, ¿Qué importa? Mira,
por ahí viene nuestra cena.

El camarero dejó pacientemente las dos bandejas que
portaba y la botella de vino guardada en el bolsillo de
su atuendo.

-Un rioja del noventa y cuatro, disfrutadlo chicos,
invito yo-dijo Rodolfo con alegría predeterminada-.

Andrés dio una palmadita en la espalda de su amigo
Marcos, llenó hasta arriba sus copas, y propuso un
brindis:

-Venga Marcos, el mundo está lleno de problemones y
tenemos la suerte de no haberlos vivido, además, todo tiene
solución, está tan cerca que no la podemos ver, ¡por la
lívido de las mujeres, que nunca se les agote!

Rodolfo soltó una carcajada espontánea en la cara de
Marcos.

-¿Has bebido coñac? Ese coñac que has bebido lo suelo
beber yo casi todas las noches, tengo guardada una
botella en el cajón de los calcetines, distinguiría el
olor hasta en un matadero.

-Bueno, si, ya sabes que también adoro el buen coñac,
como tú. ¡¿Chin chin?!

Andrés empezaba a alterarse.

-¿Pero que es lo que te pasa tío?

-Nada, nada... Mierda, ya sabéis que estoy algo jodido.

-Olvídalo, no le des más vueltas, tengo el número de una
puta deliciosa para el postre. No le des más vueltas.

-Sabes que no me gustan las putas, además no tengo
hambre, y no me encuentro muy bien... Creo que me voy a
marchar, lo siento de veras.

-No me jodas...-Andrés se pasaba la mano por la cara con
desdén-.

-Lo siento joder, hay más días que botellas de vino, ya
invitaré yo otro día.

Marcos se levantó algo confuso de su silla, al coger la
chaqueta cayó del bolsillo su pequeño teléfono móvil, rodando unos
metros por la moqueta. Rodolfo se levantó con presteza
para recogerlo y en el momento en el que se agachaba a
recogerlo Marcos enloqueció del todo.

-¿De qué es esa mancha en tu pantalón? ¿¡Sí, sí! Ahí
mismo, sobre el puto bolsillo...

-Bueno, no lo sé, tal vez se me ha escapado...

-Tal vez, tal vez, tal vez... Jodido cabrón... Ya he
visto como miras a mi mujer, ¿me tomas por loco?

III

Marcos y Rodolfo se dieron de hostias en el parking
debido principalmente al alcohol, más bien fue Marcos
quien lo apaleó mientras el otro púgil intentaba
defenderse de la violenta impunidad de su amigo hasta
que Andrés consiguió separarlos.

-¡Joder, joder, joder! Malditos locos, ¡dejad de
pegaros!, sois amigos, por el amor de Dios... Hijos de
puta, no podéis hablar... No, claro, ahora no, putos
necios. Para qué, mejor llegar a casa con la cara
hinchada... Me marcho, vosotros seguid con vuestras
locuras. Jamás me habría imaginado esto de vosotros
dos..

Pero para cuando Andrés terminó de injuriarlos Marcos ya
había salido chillando ruedas.

Clara dormía solemnemente mientras se escuchaba la
música de los créditos fílmicos. Encendió la luz y se
puso a trastear la habitación con agresividad y desprecio.

-¿Pero que es lo que haces loco? Déjame dormir... Apaga
por favor.

-¿Qué has hecho mientras estaba con Andrés?

-Ver la película por un ojo, al menos unos pocos
minutos... ¿Y vosotros? ¿Es tan temprano aún?

-Ahora vuelvo, tengo que hablar con Rodolfo...

-¿Qué te ha pasado en la cara? Estas sangrando cariño,
quédate unos minutos, cálmate y deja que vea eso...

La ira de Marcos se respiraba en toda la habitación,
Clara destapó su cuerpo desnudo, broncífero y
estremecida se desperezaba y gemía comiéndoselo por los
ojos para su suerte y sorpresa.

-¡Y ahora que demonios te pasa!¿Derepente se ha
volatilizado tu prima?

-No pero es que apenas he cenado-se insinuaba
sensualmente señalándolo con su pulcras uñas postizas,
pintadas y detalladas con pequeños penes en cada una de
ellas.

Esa misma noche, los tres amigos volvieron a verse, y
debido a la prepotencia de Rodolfo y al haberle
conseguido asestar al menos un derechazo en el pómulo de
Marcos-cosa que estuvo mencionándole periódicamente
durante algunas semanas posteriores-la cosa no fue a más
y Marcos encontró la forma de cortejar a su esposa
convaleciente gracias a su amistad, principalmente.

Comentarios & Opiniones

Yan

Otra de tus maravillosas obras y como las disfruto mi querido Alastor. Un placer leerte. Besos con cariño.

Critica: 
geniodulce2013

Apreciado Alastorbastante larguito el poema ademas de verdad es una crisis como decimods por aqui n muy berraca, nuestro corazon es engañoso y lo que brota la mayoriade las veces es reseentimiento y dolor... muy fuerte no apta para los sensibles .

Critica: 
Alastor

Yan: es un placer recibir tus palabras, me alegran de veras, un abrazo. Genio: creo que era lo justo para tratar el tema, algo mas corto no creo que hubiese dado un resultado aceptable, estoy totalmente de acuerdo con tus palabras, un abrazo fuerte

Critica: 
lumicradle

Magnifica obra
Voló mi imaginacion (jeje)
Un gusto leerla
Saludos...

Critica: 
Alastor

Gracias lumicradle, me alegra enormemente que te haya gustado, saludos poeta

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