Cada dios con sus locuras

Lo más crudo del mundo no es verte encerrado en un manicomio
Lo más crudo el mundo no es atropellar a un caminante nocturno.
Lo realmente doloroso es despertar de madrugada y ser feliz
Acariciar la mejilla de la amada mientras está lejos de ti
Y verla constreñirse contra tu cuerpo de nube oscura.
Está durmiendo. Y tú también deberías.
Cuando despierta y se levanta a vaciar el agua del sueño
Sientes un vacío doloroso en tu viraje de nadador de sueños.
Y despiertas a su vez.
Pobrecilla, ha tenido un sueño espantoso.
Ha soñado que eras malo. Y te lo ha dicho
Mientras te abrazaba.
Eso es lo más doloroso del mundo.
No importa sentirse atragantado por un alzacuellos
O por un tatuaje de malograda soga, con todo ese peso
De cuerda barata y trazos impresionistas en tu cuerpo
De un azul estrellado, de un azul corrosivo.
No importa. No importa como de muerto estés.
No importa la confusión de nuestras lecturas
A Vicente Huidobro
Porque seguiremos la línea del horizonte atlántico
Con sueños de acero, titanio, y óxido.
Porque el océano seguirá siendo un mísero charco
Pero aún nadie lo ha cruzado a nado,
Por eso, porque solo es un mísero charco.
“Seas el agua
libre del ángulo y la línea de lo imperfecto”

“Seas el agua libre de las figuras”.
Acaso no estamos todos locos
Encerrados en nuestra intimidad
Capciosa, pendenciera y podrida de envidias…
Acaso no es tan solo una palabra perdida
O unas notas vagando como abejas
O un estofado bien sabroso
Lo que hiere nuestra histeria natural…
Acaso no son las heridas
La perturbación
Por otro lado necesaria
De nuestro intento por encontrar a Dios…
¿Acaso no es Dios la única unidad?
Me dan asco vuestros fuegos de artificio
El olor a pólvora, como una herida cómica
En un cuerpo moribundo que nunca
Y digo nunca
Encontrará a Dios.
Hasta cuando es necesario llenar la tinaja
La única
Para no necesitar del agua futura…
Es increíble…
Todo lo que damos por hecho
Por descubierto
Por inventado
Por amado
Por robado
Por perdido
Por gastado
En esta era, de futilidad divina
Para no ser capaces de afirmar
¡Existimos!
Todos…
Y no importa cuánto dudemos
Pues todas las lágrimas caducan
Y sigue lloviendo sobre mojado
Hilando recuerdos como besos
Recreándonos
Escondidos en las arrugas
De un Dios sin cosquillas.