Un poema para llorar y una esperanza perdida

Siempre he sido una mujer débil,
débil de dudas, miedos e inseguridades.
Siempre he sido una mujer maldecida,
por el amor y sus derivados,
del amor de mis parejas, familia y amigos.
A todos ellos les he gritado mil veces pidiéndoles ayuda,
ninguno se dio cuenta,
hasta que la marea los alcanzó,
y para no hundirse,
me hundieron a mí.

El amor no es para mí,
lo sé, porque he llorado más veces de las que he reído,
mi conciencia dice que lo hago bien
pero mi mente me lastima a cada momento,
me hace querer preguntarme:
¿Cuándo sonreí desde adentro?,
¿Cuándo no tuve miedo?,
Lo comprobé la primera vez que me enamoré en serio
y le di mis primeras veces a alguien,
que le regalé mi inocencia
sin saber que me quedaría con los recuerdos de ella.

Y ahora soy una más,
de la sociedad maldita en la que crezco
y crezco perdida de miedo,
sin saber que ser o cómo ser,
¿y si realmente no quiero ser nada?
¿y sí ya cumplí demasiado hasta que me gasté?

Lo seguí intentando y seguí sufriendo,
todos mis amores no lo comprendieron
hasta los no románticos tampoco,
y me pregunto
¿estoy haciendo suficiente?.
Me siento fuera de época,
olvidada por políticos y ciudadanos,
¿Qué soy?
me cambio el cabello para encajar,
¿y encajo?
cambio mis rutinas, también mi tiempo
¿y encajo?
me vuelvo uno de ustedes,
¿y encajo?
no, no encajo.

No soy porque no me siento,
cada vez que soy alguien nueva
me siento atada a algo
y tantas versiones de mí me alteran
¿Qué hago?
¿debo correr al mar y terminar de ahogarme?
¿o debo nadar hasta el faro y esperar volver a casa?
¿y si mi casa soy yo
y se ha quemado tanto hasta las cenizas?

Perdí la esperanza,
ahora es peligroso para mí creer en algo,
prefiero creer en el destino.
He viajado 100km al cielo,
y del cielo al infierno,
soy un fantasma,
no estoy en ninguna parte.