MEMORIAS (primera parte)

poema de Acero etereo

Por aquel entonces florecía yo y me transformaba como una mariposa, con el viento suave y tibio de las madrugas mas bellas de esos años. los mejores que viví en mi vida.
La primavera reposaba a sus anchas sobre las tejas y los adoquines del mundo, el cielo, casi que sonreía, las sombras de los fresnos y los paraísos de Rosario Del Tala bailaban en las calles y las baldosas, haciéndose imposibles e impredecibles bajo mis pies. Todo fue mío. Y fui yo parte del todo.
Era joven y devoraba de igual manera libros y sueños.
Todo está en este montón de papeles y cenizas; en el expediente que relojean, así nomas por arriba, los dioses cuando estamos a las puertas, Al otro lado, pasando el rio habiendo pagado a Caronte, revolviendo el atrás queriendo que sea el hoy.
Siento todavía mi pulso a pesar de que nunca fue mío. Respiro el aire frio de los otoños entre los subibajas rebotando en toboganes y llegando a mis ojeras, moradas por los golpes, no por el cansancio. Cansancio que sin embargo fue el gran amigo, el que recorre mi bastón fundiéndose con mi amada la soledad.
Si, si me preguntaran sí. Si vi la chispa de la vida orgullosa, gloriosa explotando de pasión por la vida y la existencia, ambas coexistiendo en las cosas más sencillas que olí, bese y escuche. Vi a dios en cada pequeña cosa, y esas cosas me dieron a dios en cada uno de los mas mínimos momentos.
Vi de cara la maldad en los profundos ojos de las personas, así como la bondad pura, el amor, la envidia, el orgullo por el otro, las lágrimas empáticas del roció en los descampados mientras caminábamos juntos justo hacia ningún lugar…
El mundo aguardaba más allá de la ruta y los extensos campos sembrados, pero también detrás de mis ojos inexpertos y deambulantes. Todo estaba por pasar, todo existía en el lapso en que lo imaginábamos, nada era imposible, pero todo fue tan imposible.

Comentarios & Opiniones

Karen García

Lindo.

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