Velando a la belleza muerta entre mis manos...
Al final acabo sentado
en el banco de los amantes que se odian,
convirtiendo el aire
en monedas de oro
y arrojándolas al desagüe
de la fuente de los sueños irrealizados...
Al final acabo dormido
en cualquier límite autoimpuesto,
puliendo los grilletes de ceniza,
perdiendo las llaves que conducen
a la libertad de lo salvaje...
Al final acabo dispersándome
en la naturaleza de los imposibles
y nada brota en las fronteras
de las semillas plantadas sin fe...
Al final acabo degustando
el olvido con arrepentimiento,
respirando junto al desquicio
de haber asesinado a lo más bello
que la casualidad quiso moldear
para exaltación e inestabilidad
de mis exhaustos sentidos...
Al final mis manos quedan vacías
y la carne yerta
y los huesos rotos
y no queda más que una sombra
cernida sobre el espanto
y un luto perpetuo
al borde de la ansiada
paz eterna...
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