Lisonja de circunstancia

Esperanza de las flores,
asombran con sus mil y un colores.
Alegran el paisaje,
su perfume, un canto de aureolas.
¡Oh hermosas flores!
margaritas, tulipanes.
De tu ser icónico arcoíris,
añorada sonrisa que cautiva.

Una esfera de cristal,
aprisiona lo íntegro y sensible.
Ellas que irradian su fragancia,
dan la bienvenida a la sugestión de la existencia.
Como pueden ser tan perfectas?
Terneza de ángeles de aquellas tardes y no recuerdos.

Intangible esplendor,
inalcanzables.
Se regodean entre sí,
sabiendo que nada nunca se podrá comparar.
Vanidosos gestos invaluables,
que no dejan margen al error ni la crítica.
¡Oh hermosas flores!

...

Ellas que llegaban a las nubes,
un día gritaron asustadas.
Ese mundo fantástico de ensueños que tanto anhelaban,
de pronto se quebró.
Y ese cristal que las separaba del afuera
fue perdiendo poco a poco su fuerza y voluntad.
Un simple golpe, una caída sin causa, un soplo de viento de verano
Bastó.

Y aquellos ríos de agua dulce
se mezclaron con la sucia tierra.
Y ese ejército tan presumido de brío y gracia,
se desprendió sobre la marcha.
Esa garra e intrepidez que las caracterizaba
se quebró, se marchitó.
Sin darse cuenta fueron perdiendo su forma y su pigmento,
las hojas, pacientes, se iban yendo una a una.

¡Oh hermosas flores!
con sus mil y un colores.
Hoy tan solo quedan restos,
De esa elegancia impoluta y brillante.
Y a quien vamos a venerar por su vehemencia?
Si toda la beldad de este mundo,
es, también, insustancialmente mortal.