UNA MECHA DE LUZ MUERTA

Bronce y tinta son los blasones
de mi grafía hispana;
tributo al amor, la muerte,
y algún despecho
que destila el tiempo.

Mañana cuando fallezca,
¡Ay de mi recuerdo envuelto en mortaja!
Ya sea en prosa, o verso
dejo hasta la dermis
por contar de mis desvanes
y cuando el céfiro lozano
de la tarde palme mi sien,
se iniciará la orgía
de mis ideas impolutas.

Al levantar mi pluma
en el mar de la noche
siento que se arquea mi alma
y bebo un sorbo de melancolía
para sumar más nostalgias
que lauros, a unas hojas
que me advierten desengaños.

En la soledad ufanada
de mis lamentos trasnochados,
recuerdo tu rostro como agua
de un pozo encantado
y me agita hasta el aire
que llega con la luna
para desposar esta angustia
de no verte luminosa.

Ya mi inspiración se apaga
con lenta frugalidad;
que fui poeta o una mecha de luz muerta,
eso sólo lo sabe quién de entrada
comprendió mi letra.

Yaneth Hernández
Venezuela
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