Silencio

Que el silencio es mi confidente,

amor, palpitan mis sentidos

con solo verte.

Con qué finos trazos

te esbozó mi imaginación,

y mi razón define, ya por fin,

tus líneas de imperfección.

Realidad que tamizó tu ser

y te hizo corpóreo, hombre,

al fin y al cabo hombre;

ladrón de mis suspiros.

Más leve que la pluma

que engendra estos versos es mi alma,

que tiembla febril

y arde incesante,

embriagada de imposible,

de esperanza en vano por tenerte.

Corazón, rescatado del leteo,

vuelves a caer en la trampa,

beber del veneno,

morir de deseo,

volverte ceniza, en fin,

por aguardar en el silencio.