Sentí el invierno

Sentí el invierno, simplemente te amo.
Con una nostalgia incontrolable.
Sin pasión, sin erotismo.
Ligado a la inmensidad del universo.
Latiendo serenamente sobre la eternidad.
Infinitamente en la conciencia.
No tengo limites, por si me preguntas.
Hay cosas que no hago solo porque no quiero.
No tengo esos límites.
Si es por amor, no, nada me lo impide.
Me siento libre, aunque, la libertad es un detalle, una pelusa.
Lo que no hago es muchas veces por un deber.
Ese deber que uno siente y del cual no se está obligado.
Si, a veces ignoro este mundo y todo lo que se hace aquí.
No lo hago ni por soberbia ni por egoísmo.
Siento en la vida una oportunidad, una especie de milagro, aunque sea rutinario
Si me ves quieto, ido, es porque intento hablar con mis células.
No tengo temor en convertirme en ti, es demasiado profundo que tú vivas en mí.
Es más, no temo ni me complica si hay algo más después de esta vida.
No me preocupa perder el tiempo siendo tan poco o que pase tan de prisa.
Asumo que todo lo que vivimos es parte de todo esto.
Solo quiero ser mejor.
No mejor para mí, al contrario, lo quiero ser por ti y para ti.
No, no estoy diciendo una mentira, quizás es un deseo.
Ve lo de otro modo, si es por amor no existen límites.
Sentí el invierno una vez, no era frío, era la nostalgia de la humanidad.
Cavernícolas, astronautas y la luna alumbrando el camino del agua.
Si, tienes razón, algo así como la pureza.
Lo puro de una sonrisa, como cuando te digo, ya voy, ya voy.
Hay tantas mañanas en que todo parece un desastre.
Me he ido olvidando de mí, no me refiero al descuido.
Me he ido olvidando de mi por cosas más importantes.
¿Qué cosas importantes?
Tú, por ejemplo.
Tu futuro, tu beso de buenas noches, tu vida.
¿Puedo olvidar que te amo?
Que difícil pregunta, mira, ni se si eso depende de mí.
Yo sé lo que quiero si hay algo después de esta vida.
Cuidarte, seguir cuidándote.