Mis Hijas

poema de Alguien más

Hasta donde sé Jesús nunca hablo de un paraíso.
Vivimos y morimos, simple y conciso.
Darse a los placeres es evidencia de lo mismo.
Nadie querrá ser santo por nada.
Ni ser noble sin ningún beneficio.
Dicho de otro modo.
¿Qué hemos aprendido de Jesús?
El amor que tanto nos hace sufrir.
La ternura que nos obliga a dar.
Y de todas ellas no hay recompensa.
La vida no tiene necesidad de la nuestra.
Se encarga de su propio asunto.
Y nos queda esta memoria de errores y aciertos.
No olvidar mientras podemos.
Me duele que no exista el paraíso.
¿A dónde irán mis hijas?
Las que cuide tanto, y las ame sin medida.
De los pueblos y naciones no siento nada.
Solo escucho sus risas, son mi ideología.
Aquella filosofía sin esencia ni sustancia.
En sí son el sentido de mi vida.
Me ven triste y amargado.
Escribiendo versos en el frío.
No saben que mi temor no es cobardía.
Que mi tristeza no es por mi vida.
Cuan seguro fue pensar dejarlas en el paraíso.
Tal cual las dejamos a la entrada del jardín.

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