La fuerza del corazón

Entre lo ideal de las ideas y lo real de la razones
Yo prefiero, o me inclino, a lo determinante de los sentires
Si bien de ellos se desprenden los más grandes males
De los mismos es posible el mayor de los bienes
La razón no es suficiente para enfrentar ni el bien ni el mal
Y las ideas, como mis versos, siquiera alteran la realidad

El sentir es tan determinante que se consolida en nuestros principios
Es una sinergia entre el valor y lo que valoramos
Se unen como una moneda
En una cara el valor de las cosas
En la otra, lo que valoramos de las cosas

Son ambas a la vez
Y las puertas a estos valores son la Admiración y después la gratitud
Ambos sentires que son los que se debiese incentivar en los niños
La curiosidad a esta maravilla de existir
Y la gratitud por haber nacido y contar con la conciencia

Los demás sentires pueden ser como la caja de “Pandora”
O la perfección de las ideas de Platón
Como la esperanza, la que determina nuestras decisiones futuras
Porque nuestros sentires finalmente nos dicen que somos y de que estamos hechos

El pensar y el imaginar quedan inocentemente expuestos al sentir
No hay razones para el necio y el testarudo
Tampoco hay ideas ni textos que cambien la realidad
Lo único para la humanidad, factible de cambiar, es uno mismo
Y cambiar uno mismo no es cuestión de razones ni de ideas, es de corazón
Y ese corazón puede ser duro como una piedra
Puede ser débil como un esclavo
Pero también,
puede ser como la luz
Hace ver sin alterar