Recitada a escondidas entre la maleza de la naturaleza: oda a la madre Tierra

poema de Saida Cerdán

No es mi culpa que sienta que las personas no me quieran cerca,
a pesar de que la verdad sea cierta si esas palabras se lean a la inversa,
quizás sean mentiras a medias y razonar con ceguera me traiciona.

Ella se sienta tentadora con las rodillas pegadas a unas velas de casa ajena,
enajena pensar que se pasará en vela ya que en la noche dormir le aterra,
recita arropada por la arena con la melena suelta y
desaliñada como alimaña en su madriguera.

«No salgas», gritaban desde la montaña las mariposas de la pradera
que atontadas por las gotas de lluvia caían sigilosas sobre la mierda.

Las luciérnagas se escondían cuando buscar comida deberían y
aún siendo asesinas despiadadas y carnívoras, caníbales en su
naturaleza se decía, lloraban silenciosas por la agonía de
esa alimaña desnutrida, cuanto menos destruida.

«¿Qué será de ella mañana si hoy todo le pesa?»,
se preguntaban las abejas mientras polinizan a la madre tierra y
se llenan, del néctar de su sabiduría.

La alimaña escuchaba las vocecillas de aquellas dichosas y lloraba,
lágrimas derramadas por sus mejillas, lloraba y no existía
¿quién?, ¿la consolaría en su propia desdicha de amar sin ser amada?

«Pobre de esa doncella, pero que se joda…» se replicaba entre semillas
movedizas, pues las hormigas creían que dicha alimaña merecía sufrirla
y la vida, y seguían y seguían a la par que se llevaban con ellas las semillas
lanzadas, por las vagas almas que en pena vagaban sin ánimas y con vagancia.

«Qué vida lleva esta señorita llena de torturas provocadas por ella misma»,
escribían las arañas en sus finísimas sedas talladas.

«Qué suculenta merienda» se repetía la serpentina que reptaba
cada que pasaba por la entrada a la cueva de la alimaña.

«Qué melodía más hermosa», pensaba el escarabajo de la mierda
cuando escuchaba desde lejanías a la alimaña hablar con amigas que no tenía.

Esta cada día recitaba aquellas palabras resonadas en las orejas internas
de todas las criaturas que por su zona se encontraban:
«(…)
no es mi culpa que sienta
y que no me quieran cerca,
si la poesía mal cantada hace
más mella supongo, que si yo
expreso la prosa desde mi pozo.
(…)
son mariposas las que tengo en mi mierda de boca
las luciérnagas me devoran las cercanías hacia fuera
abejas me pican y néctar pegadas unas con las otras
hormigas me arrebatan la comida y yo evito pisarlas
unas arañas tejen mi vista y me mecen en sus telas
una serpentina no cualquiera se me enrolla en la cintura
(...)»

Ahora alimaña no respira y observa en su ceguera
como el escarabajo de la mierda despliega sus alas
y a pesar de no haberlo hecho nunca, se pone a volar.

© Poesía por Saida Cerdán

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