NÚMEROS Y BARRIOS.

poema de Ray Day

NÚMEROS Y BARRIOS.

El día ‪23 de Noviembre de un año muy particular, un joven con rostro de niño, recién graduado de sexto grado se despedía de su última maestra.
Se acercó a él y luego de posarle su mano en el hombro, hizo un gesto de aprobación con su barbilla y al oído le susurró —Hey, tu puedes llegar muy lejos, no lo olvides—.
Luego de un largo abrazo, lo dejó seguir su camino.
Él levantó su mirada ingrávida y como un rayo de sol mañanero, sonrió marchándose muy de prisa, corriendo hasta el final del camino. Ahí volteó, le alzó su pulgar para despedirse y sin mirar atrás comenzó el peregrinar que le tenía marcado la vida.

Un zumbido en el oído que lo llenaba todo y una nube de humo frente a las luces de sirenas que giraban incesantes, le obligaban a entre abrir los ojos; despacio con mucha dificultad la vida lentamente volvía a sus huesos.
Después de 22 orificios, contados uno por uno, y su peso muerto sobre un charco de sangre, no entendiendo si vivía un mal sueño o un mundo paralelo, más balazos percutían al fondo entre la nebulosa de gente corriendo, las sirenas y los gritos.

Rodeado de amigos armados que lo levantaban del suelo haciendo preguntas, su mente se nublada y viajaba por ese universo desconocido mientras su cuerpo lleno de hormigueo y frío, le avisaba que necesitaba por vida o muerte despertar.
Una vez consciente, agudizando todos sus sentidos y sus instintos, que jamás le fallaron,
contó de nuevo.
22 agujeros en el coche, algunos calando su ropaje, ventanas quebradas y plomo en el interior como piedras en un río.

Cerró los ojos e inspiró profundo como si en esa bocanada de aire se le fuera la vida, vida que años después, entendía, había mantenido gracias a las lejanas plegarias del único ser
que le había amado y acunado desde que era un crío.
Tal vez por eso se permitió regresar un segundo a su niñez, a su pasado feliz mientras fuera de sus pensamientos el mundo se caía a estruendos en pedazos.
Bellos días, buen niño y abrazos de maestras y grandes esperanzas de un futuro prometedor...

Años después y a 3.827 kilómetros de distancia del suelo que le vio nacer; ya todo un joven, con mucho que ganar y nada que perder, lejos de su patria, de quienes lo engendraron y le vieron crecer, eran sus abuelos quienes asumían el hacerse cargo de él.
Otras tierras, otro idioma, otras costumbres.
Joven vacío de todo, lleno de ilusiones entrando estrepitosamente en la vorágine de la vida que las circunstancias llenas de incertidumbres le ponían en frente, volaba solitario cual ave perdida en la tormenta
carente de calor familiar y saturado de una sociedad hipócrita que solo reprochaba su lenguaje y sus costumbres.
Misma sociedad que inevitablemente, poco a poco, potenció su tan propia, natural, ebria y equívoca rebeldía. Todo lo que en conjunto, le guió sin prisa a ser abrazado y bienvenido al bajo mundo, a su nueva familia, las pandillas.

Fueron 12 largos años de pelea a puño limpio,
consumiendo su juventud con el riesgo diario de perder no solo lo que le quedaba de inocencia, sino también a los miembros de su verdadera familia.
Lideró con astucia su nueva tribu y a su nueva tierra, le cantó cual mantra el áspero himno que entonan quienes la enfrentan cada mañana; "Ciudad de ángeles perdidos casi muertos, en dónde el débil cae y solo los fuertes sobreviven".
Una y otra vez, en un canto casi hipnótico justificaba los cimientos inexistentes de esa vida.

Ya alguien una vez le había dicho que en esta nueva cofradía, solo el honor y el poder importaban, pues todo lo que rápido sube, de igual forma es destronado.
Fue así como una de esas tantas noches, luego de gozar en convivencia con los que para él eran sus hermanos, uno de ellos le llevó a dar un paseo y fue allí, donde "su familia" ya le estaba esperando.

Sin aviso, sin mediar palabra, dos hombres apuntándole desde un rincón por su alias le llamaron y en un segundo, el apocalipsis se sumió en la cuidad de ángeles llevándolo
por el valle de la muerte en forma de bolas de fuego y plomo. Mucho plomo.

Horas más tarde encerrado en el baño de una sala de urgencias, con la ropa empapada en ríos de agua roja, se miraba al espejo
buscando al niño que un día rastreando vida salió de su pueblo...

Dicen que gracias a las lejanas plegarias de una anciana que lo amaba como a nadie, fue protegido y encontró la valentía y la fuerza para decir basta.

Al final de esta historia, sí al final,
está la enseñanza de un joven que me mostró
cómo el mundo debe de cambiar y sobre todo, que la sobrevivencia de un mejor porvenir
no está en el delirio de empuñar un arma
acorazando el corazón en rebeldía por mantener el equilibrio, sino enque es mejor cerrar las malas brechas y abrir un libro...

Raymond Sánchez.

Comentarios & Opiniones

Celeste Alma

Qué hermosa historia, Ray.

Por cuestiones que no vienen al caso, me ha tocado ver morir a gente con el cuerpo saturado de balas.

Son momentos que marcan inefablemente y estremecen la médula espinal.

Afortunadamente el protagonista de tu obra

Critica: 
Celeste Alma

Encuentra la 'Piedra Filosofal' y se decanta hacia la paz.

Me hace recordar una carta que recibí de un amigo ya fallecido, el cual fué víctima de la violencia y la corrupción .

En esa carta decía, entre otras cosas, que la única moneda

Critica: 
Celeste Alma

Realmente valiosa es la paz.

Me gustó mucho tu texto.

Critica: 
La Dama Azul

Caballero vuestras letras hoy se levantan al unísono entre todas las que llaman clamando paz por el mundo.; me uno a vuestra voz en intensión.

Reciba mis cordiales saludos.

Critica: