Dos como nosotros.
Dos como nosotros,
a donde pertenece la gente común,
y sus quehaceres divinos.
Los bufones del barrio,
que ya barrieron las veredas.
Las desnudan de sus hojas de otoño,
y del polvo que levanto el viento.
Aquí y allá se escuchan,
los sonidos mas comunes.
Los perros que ladran a sirenas distantes,
los gatos con sus riñas eternas.
Ya casi son las doce de la noche,
y acá en el barrio,
todos nos fumamos el mismo humo.
Espeso, solitario y charlatan.
Escuchamos la armonía,
de mas de un mosquito,
zumbando en nuestras orejas.
Se saborean el pico,
se soban las manos,
y se debaten quien va a picar a quien,
a ver quien toma la sangre menos aburrida.
Después del festín de los mosquitos
damos media vuelta, y nos ponemos la almohada
en el cachete,
Cambiamos al lado frió y nos relajamos.
Pensamos en lo que hicimos en el día,
y en los placeres del mañana.
A todos en el barrio se nos ponen los
párpados pesados, sentimos la cama muy cómoda.
Empezamos a ver y pensar estupideces,
por que ya nos dormimos,
pero aún no nos damos cuenta.
Y yo me dormí acá,
en el barrio, en mi pieza, en mi cama.
Y solo.
En mi cama, en mi pieza y en mi barrio, en donde
solíamos dormir acompañados, en donde se acurrucaban
y mezclaban los labios.
En donde antes solían dormir,
dos como nosotros.