Escenarios

De pronto, a la justa hora acordada bajamos en pedazos de burros entreabiertos cubiertos de ojos de magnesio a toda aquella soledad de piedra, despertar de viento, donde el camello sin perfil y la serpiente de cabellos vencidos controlaban a ciegas el tránsito de las almas en pena

Y era la costumbre perpendicular de cada año que se lamentaba en su aposento de oposiciones perfectas el signo más pronto a la soledad
Los colores estaban allí con sus versiones indolentes y la señorita prisma delirando al desnudo, todos muy atentos al clamor de las calamidades, a las profundidades de los absoluto

De esa manera y de una vez y por siempre conformaron su tren vegetal al olvido de donde caian las raíces del cáncer estipulado a cada hora, los niños.

Por eso las revueltas matutinas de los cadáveres ignorados que nunca jamás avanzaron de espaldas vestidos de crimen y aire hacia la muerte

Allí caía la noche entre perfumes de viejas leprosas y cantos de sapos de porcelana por donde bajan las manifestaciones de amor a cada segundo, y donde cada uno sacaba un ojo de cada uno hasta así llegar al número soñado

Ojos de sapo de porcelana
Dientes de jirafa incorporada
Cadáveres ignorados
Sapos inexpertos

Somos la misma hora de hace diez años a esta misma hora
Somos como nidos
Somos como laberintos clínicos
Somos escaleras de aire mutilado
Es en el autentico hermetismo del pez donde cae mas de pronto la madrugada, donde se agitan cada uno de los misterios y la cobardía se ve fugarse por mil puertas inexistentes en torno a cualquier locura posible

Serpientes de pieles perfumadas
Huevos de plomo sobre ráfagas de insomnio subversivo
Insomnio con trofeo de miel, con piel de oruga marchitada, con piel de arena, con voz de silencio, con voz de niño que se ahoga lentamente en el porvenir de las incertidumbres concebidas.

Johan González