Muerte, saciando un pecho vacío.

Nubes que se van como los sueños,
inamovibles árboles, que lloran por nuestros sueños perdidos.

Oscuridad fría que apaga mi camino,
muerte, saciando un pecho vacío.

Décadas que se evaden sin previo aviso,
sentimientos que me llevan a expresar lo escrito.

Tinta roja, que desangra experiencias de final inaudito,
sueños, que intentan prescribir,
las letras, que desde mi cama,
plasmo sin métrica ni sentido.

Sin miedo de escuchar voces,
a medio camino,
de la noche y de los sueños,
de un hombre, que llora en silencio.