Prosa #1

Algo se rompió en mi cabeza, no sé qué es, pero lo escuché, aún queda el eco hecho, en mis pies, en mi pecho, en mis pulmones.
Tuvo que ser el trabajo duro, poner los hilos de mi cara, el ángulo perfecto, hacer: La sonrisa, la sorpresa, la piedad, la empatía; acomodar los de mi espalda y sentarme, sin poner atención, soportando mi conciencia, mi estabilidad frugal, mi espasmo ortodoxo, mi instante indefinido, soportar el soportar.
Sé que se me va la vida, se me va bebiendo, mintiendo, buscando en los placeres, se me va latiendo, escribiendo, abriendo los portones, buscando miradas complacientes, haciendo el bien y el mal.
Nada cambia, más que el cuerpo, decadente, y con él la mente, que lentamente va rompiendo su cristal, su esfera, o donde sea que esté el hambre.
Pero el mundo sigue ahí, tronando, exhalando, excretando, haciendo semen y dentro, una pequeña voz, se lamenta y sueña, que escribe poemas, para buscar su realidad.