Nacida para vivir

poema de Erissed

He viajado por estos bosques antes, he recorrido el pantano con solo mis pies y me hice unas cuantas heridas. Algunos dirían que las heridas fueron mortales, que no sobreviví. Nací para vivir, descansé en el pantano y me hice amiga de las mariposas esqueléticas, me contaron secretos que solo los muertos saben. Ellas hicieron mis maletas, no pertenecía al pantano y cuando tuve la oportunidad corrí y no llegué a algún lugar, solo corrí. Y pasaron años, pero todo en una noche y mis heridas se reabrieron, no tuve compañía. Estuve en un océano sin fin, hasta que me ahogué y aparecí en algún lugar que no recuerdo.

He viajado por este desierto antes, he recorrido cada grano de arena, todo infértil a primera vista, pero si ves bien había vida en ese desierto. Ellos se enconden bajo los granos de arena. Eso antes fue un océano, pero no sobrevivió, eso antes era amor, pero ardió. No hice amigos porque en esas tierras los falsos sabios te advierten de los peligros del amor, prefieren vivir en sequias que volver a sentir algo. Recordé que nací para vivir, hice mis maletas y salí. Esta vez no huía, no había de quien huir, nadie me quería encerrar. Caminé por sus sendas, me despedí de los falsos sabios y les dejé algún que otro color y a cambio cada uno me dio un grano de arena.

He viajado antes, he sentido antes, he amado tanto hasta arder, he visto lo que un ser humano no puede ver para seguir con vida. Me han hecho heridas mortales que aún trato de sanar. Veo a todos mis demonios juntos, me tratan con familiaridad, yo estuve aquí antes, nunca los pude enfrentar porque ellos no querían pelear. Ellos me miran, y puedo ver cuánto han cambiado, los puedo acariciar, ellos me abrazan y lloran, se encuentran asustados porque la ira desapareció, pero quedó una tristeza infinita que no saben controlar. Les digo que es momento de volver a viajar, no puedo seguir durmiendo en este ataúd. Este no es mi lugar. Mis demonios me hacen las maletas y algunos pretenden quedarse – esa no es mi decisión-. Pero sé que algunos lograran quedarse.

Es momento, cruzaremos jardines, selvas, tal vez otro océano, y si algún día quedo atrapada me recordaré que nací para vivir; haré mis maletas y continuaré caminando, así sea sola, así sea acompañada. Y si algún día muero, recordaré que lo hice, que remé, caminé, volé y recorrí todo lo que mis pies pueden recorrer; y vi todo lo que mis ojos me permitieron ver; y sentí todo lo que mi cuerpo me permitió sentir. Recordaré que las reglas las traté de cambiar, que el miedo siempre estuvo, que mis demonios siempre estuvieron, que no morí ni la primera, ni la segunda vez. La muerte se reirá cuando me lleve porque ella sabe que se lleva a la mejor guerrera de la vida, a la que nació para vivir.