te he visto

Te he visto
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A la orilla del arrollo, en aquel verano de asombros, de sauce y totora,
fue que te vi casi desnudo, cual escultura inocente,
bendita fue la imagen, del sol sobre tu espalda, fuerte y ancha, aquella hora,
que todas las horas mueren, entre tus piernas turgentes.

Vuelvo día a día, cada siesta, cada tarde a la orilla del espejo,
ansioso por encontrar, la virtuosa forma de tu cuerpo desnudo,
pero aquel primer día, no me devuelve, la visión de tu reflejo
y aquel sortilegio de varón, milagro o varón se quedo mudo.

A veces te he visto caminar gallardo, por las calles del pueblo,
con el torso descubierto, triangular y en cruz la remera a la cintura
y entonces mi mirar, me deja revelado, casi nulo casi muerto,
en el ahogo sublime, de la sombra voraz de tu figura.

Salgo de noche a caminar, por la estación y el centro hasta tú casa
y te he visto otra vez, cruzar el jardín, que lleva a los pies de tu puerta,
este pueblo nunca me dio razón, para llegarme hasta su plaza,
mas que la de verte andar, con mi corazón por detrás y el ama suelta.

Y te he visto con ella, pasar hacia la escuela, donde van tus hijos
y te he visto feliz, vanidoso de orgullo, de la vida que a tu lado lleva
y he sentido celo, sin poder gritar al cielo que te elijo,
siempre mi Adán sin poder ser Eva.

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