PARAÍSO PERDIDO

No es el silencio el único mensajero de ausencia.
Los huesos helados atestiguan desde dentro.
El invierno no sólo es una estación.
Poco a poco, se va convirtiendo en uno mismo.
Corroídos los pensamientos que roban las sonrisas.
Y qué difícil se hace el rescatarlas!
En este mundo tan gélido y egoísta
a nadie pareciera importar el sufrimiento.
Lloran las almas encerradas, su libertad.
Surcan la piel arañazos amargos y ácidos
que todos fingen no ver.
Cuerpos tambaleantes emergen desde las sombras...
Los recuerdos que visitan no son caballeros de luz.
Se aquietan los tic tac del comedor que se adormecen.
He oído el crujir de las horas muertas.
Huyeron a esconderse de más oscuridad.
Dónde están los cantos angélicos ahora?
En qué Paraíso perdido se pueden encontrar?
Guerra, hambre y ambición se adueñan de la Tierra.
El Cielo, dormido, parece no escuchar.
Millones de voces clamando justicia.
Vivos y muertos buscando el perdón del pecar.
Dónde estás, mensajero de la esperanza?
Cuándo vendrás, señor del amor y la paz?
No permitas que los sueños se terminen.
Concédenos, oh, omnipotente, sonreír en plenitud!
Que se nublen los ojos de alegría!
Cierra el paso a tanto martirio y dolor!
Seguimos de pie enarbolando tu palabra.
Sólo de tu mano podrá volver el paraíso perdido.
Míranos ahora, estamos a punto de claudicar!