Madrugadas Olvidadas

No me digas que la Luna está brillando,
muéstrame el resplandor de la Luz mientras acaricio tu cuerpo y exhalas el placer que de tu ser sale palpitando al compás de mis dedos acariciándote.

Salpicada en cristales de sudor,
que emana tu cuerpo,
al sentir la pasión y el fuego,
delinear tu horizonte para clavar mis besos,
en ese sabroso cuello fruto del desenfreno y deseo de todos mis tiempos.

Acostada en la cama me miras,
me provocas,
segura de tus encantos,
hechicera de mis sentidos,
dueña de mis fantasías,
prisionera de mis anhelos.

Desnuda me alumbras a una noche de cuerpo plateado,
me cortejas con el mar de tu dulzura,
con tu pelo negro que arañas las cascadas de lo prohibido,
con tus ojos que hace arrodillar al Sol frente a tu resplandor de pasión.

Y tú allí, me observas,
aguardando el beso del dispuesto galán,
que espera y resplandece,
y que luego morirá,
en cada rincón,
de nuestras Madrugadas Olvidadas.

Aldo Vera.

*Dedicado a esa Mujer de Ojos Color Café, Café de Antaño que enamoran.