Virtudes

poema de Alguien más

A veces con el amor no es necesario alentar lo sublime.
Una especie de evocación o enaltecimiento se podría.
Y de todas maneras sufrimos,
algunos dicen que por nada.
La elocuencia de cualquier momento
está expuesta a lo imprevisto.
Siempre abierta a la herida fulminante del devenir.
Entregados y sin vacilaciones estamos a la realidad, y, milagrosamente, encontramos lo normal.
Considerando, lo sobrenatural que ya es estar vivos en esta realidad.
Esta realidad que nos ha sido concedida,
sin ser su dueño,
y en ella despiertos.
Y decimos, esto va bien, o esto va mal, que esto o que aquello.
Toda está bien, incluso,
lo malo dentro de esta realidad va conforme.
Es una compresión más allá del bien y del mal.
Ser conscientes de la realidad y conscientes dentro de la realidad.

A veces el amor es el inicio y el final.
A veces, con la necesidad de expresarlo,
decir amor debiese ser suficiente.
Pero, entre el principio y el final del amor,
la realidad tiene su propia inteligencia.
Entre un amor eterno y un amor temporal,
las calles y luces tienen su propio mundo.

Sí, acepto mi dolor,
no es por la razón que sea,
es para encontrar la virtud.
Más allá del bien y del mal,
crear un lazo reciproco con la realidad y mi existencia.
La virtud que expresa lo que el corazón descubre
o se pone como meta.
Por lo que la realidad es sin mí, para mí,
existir es la realidad.
Sin emanar dulces fantasías, aceptando la realidad, cruel y bondadosa.
Con mucho esfuerzo y esperanza, hacer las cosas imposibles para uno.
Lo más engañoso, amar y servir a los que amamos.
Engañosa, puesto que la realidad, pareciera,
sigue su propio fluido.

¿Por qué a veces con el amor no es necesario alentar lo sublime?
Porque el amor es sublime.
Una evocación o un enaltecimiento sería una consecuencia espontánea de su naturaleza.
Porque el amor, es en sí misma,
una expresión, un modo, una intención.
Es como la luz,
nos hace ver las cosas que la realidad no considera.
Por eso decimos que el corazón son los ojos del amor.
O decimos que la realidad la hacemos nosotros mismos.
Esa realidad que nos toco vivir,
se convierte en la realidad que somos.
Donde las virtudes, esperamos, sean el resultado de ver con los ojos del corazón.
Es posible que no sea una falsa ilusión y se descubra el sentido de la vida.
Más allá del bien y del mal.
Aceptar la realidad,
descubrir lo que no ve la realidad y
que las virtudes ,espontáneamente, broten.

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