El deseo

Siempre llegamos al deseo
Lo dice Spinoza, solo lo recuerdo
El psicoanálisis asesinó nuestra voluntad
(nada proviene de ella por si sola)
Si el deseo proviene del inconsciente
¿De qué sirve la conciencia?
Si solo es movida por el oscuro instinto
Donde el deseo se origina
Todo es ,finalmente, deseo
Y el deseo no es consciente.

Con el relato de la cristiandad
No puedo quitarme esa noción del propósito
Ese sentido
más allá del deseo
más allá del instinto
Como la verdad superior
El temor a desaparecer, a desintegrase
Ser de la conciencia pura sin el deseo
¿Para qué Ser entonces, si no es para Ser Otro?

Siendo mi inconsciente
el que me angustia
Me tira hacia el sin sentido
Hacia lo absurdo de la vida misma
Juguetea con mis limitaciones
Hace que mi voluntad enloquezca
Quede sin poder, porque no puede
Quede sin deber, porque no existe
Quede sin querer, porque no se conforma.

Quedan solo rastros de esta negación de mi consciente
En palabras y tiempos donde todo se detiene
La escritura se sobrepone a esa realidad
Hace esto, que al menos, domina su inconsciente
Hasta que dure
El final de un poema vuelve a la realidad
Marcado por la imposibilidad de la decisión
No todo por decidido dejar de doler ni deja de ser sentido.
Siempre quedamos a la espera del devenir
La voluntad baja su puño de acero
Como si tanta fuerza solo es dominada
por la oscuridad
Que mejor es dejarlo ir sin ninguna realidad.