Hondonada

Con sórdidos pensamientos,
cargamos este cuerpo sempiterno,
déjamos que recorra las personas
y las cosas con holgura o con desgano.

Diatriba de deseos se entrecruzan,
con apegos y desapegos,
hoy un cuantioso hurto,
tu espíritu llora huérfano.

Mañana, horadando bajo un árbol,
el aciago de un sinsabor,
acaso, una cuantiosa pérdida,
o la penetrante lanza de la traición.

Viajeros somos,
hoy despojados y engañados,
pasamos los días y los años
y ni siquiera nos hemos percatado.

Ondulantes cruzamos la pesada montaña,
cuando llegamos a su cima,
el cabito de la vela,
su pabilo, se nos ha apagado.

Llenos de todo,
vacíos como un cuenco,
cargados de culpas,
el tiempo, sin darnos
cuenta, se nos fuga.

Cansados de todo y de nada,
deseosos de recorrer
cualquier hondonada,
ya no sabemos a quién
creer y menos, ceder.

Presumiendo saberlo todo,
un deslave, un eclipse,
hacen oquedad,
aguijoneando
la banal y humana
vanidad.

Anclados a la vida,
remamos, sin importar el destino,
aquí estamos, unos días
unos años, buscando sentido.

Puliendo la piedra
salió un destello,
fuego, fuego, fuego;
el juego de la vida,
apareció de la nada,
éxtasis, caricia,
eterno sueño.

Camino, refugio,
tierra, abrigo,
barro moldeado,
viajando siglos.

Cenizas buscando llama,
buscando calor,
negándose a morir,
cuando se ha secado,
la paleta de color.

Paz en…
paz, y una lagrima,
paz, y una sonrisa,
paz, y los muertos,
en el mundo de los
vivos, reinarán.