En definitiva, me gustas…

Así como ella en algún momento de su noche llena de insomnio, se le ocurrió que tal vez, podría completar un escrito con palabras que inundaban su mente en todo momento por estar aún sin ser plasmadas en un diario, atoradas en las agudas estrías de su garganta, con muchas ganas de ser lanzadas al firmamento sin ser enmascaradas por nadie ni nada.
Mi mente solo evitaba arrojar al vacío palabras similares con significados propios salidos del corazón, atados por una lengua perezosa y sin confianza en sí misma, pues sus advertencias eran demasiado estrictas y solo me permitía sostener una pequeña esperanza con el extraño consentimiento frustrado de una muy posible falsa ilusión creada en la costumbrista y hermosa sonrisa que salía de su ser.
Aún en lo más profundo de su subconsciente continuaba creciendo una pequeña idea que perturba sus noches haciéndolas cada vez más frías y oscuras, ella sin poder cubrirse con un manto cálido y suave, solo le quedaba refugiarse en la fachada de la amistad y el diario, que protegía de los malhechores creados por su mente plasmados en pesadillas, siendo este último el único que le permitía respirar profundamente y sin mucho esfuerzo ni dolor, apagando así las lágrimas llenas de tristeza que frecuentemente bañaban sus marchitados y salados ojos.
Sus débiles manos trataban de plasmar en duras palabras llenas de odio y rabia, fuertes sentimientos de desesperación impaciencia e impotencia, que alimentaban ferozmente la creciente idea que no le permitía conciliar el sueño, llevándola a límites inimaginables de escalofriantes sensaciones. Esta idea tan pequeña pero siempre fue muy arrogante, era por eso que la odiaba con tantas fuerzas, nunca ha Sido buena compañera para nadie y nunca lo será, se llamaba soledad. La afectaba tanto que siempre terminaba sufriendo bajo el manto oscuro y frío del remordimiento, en árboles que nunca darían frutos, esperanzada en un apoyo que solo la tiraba al vacío imprudente y tenebroso de los celos.
Sus miedos impregnados con el hedor del agujero lamoso representados por un feroz e incomprensible fastidio sensacional al tacto la hundían más en la oportunista soledad, sin permitirle ver más allá del odio que sentía, la obligaban a despreciar sentimientos puros ofrecidos por mi corazón, derrotando mis ganas de satisfacer su felicidad.
Anclados los dos a una desenfrenada vida llena de locuras compartidas, distrayendo los sentimientos con pequeños limites psicológicos poco funcionales a largo plazo, pues su estructuración nunca fue con buenas bases, nunca tuvieron la aprobación que plasmaría el limite como absolutista, lo que nos llevó a un diario vivir de sufrimiento conjunto escondido en una fructífera amistad llena de compañerismo y aunque suene muy bonito no era lo que quería en realidad mi corazón y aunque su mente evitara la idea a toda costa, solo el corazón podía decidir sobre lo que nunca sucedería, pues él en ella si sabe lo que quiere…