Armario

poema de Mario Waits

Ella, la nínfula de ojos traviesos y excitantes
que se iba de pinta junto con su perfume
encuadrado en canelos aromas y colores de escuela
labios terribles dejaban escapar sonrisas
que la imaginación transformaba en besos.

Fui vencido en el Metro
frente a frente por su mirada
un hombro desnudo
y su carcajada al salir a prisa
del viejo vagón.

Volé suicida por la ventana
no quise se quedara
atrapada en mis sueños
así que al doblar la calle
donde ella se volteaba
retadora y coqueta
la tomé de su breve cintura
la jalé al callejón
y sobre un improvisado
camastro de cuadernos
nos bebimos con faltas ortográficas
la geografía de nuestros sexos
logramos esta vez
que las matemáticas no fueran exactas
descubrimos que no todo lo que sube baja
e inventamos nuevos compuestos químicos
al perder la compostura y el aliento.

Ella no regresó a su casa
y en la escuela se le extraña quizás un poquito.
La tengo de recuerdo colgada en el armario
después de aquél masaje con bálsamo de Egipto
sus ojos profundamente grises ya no me dominan
y sus labios fríos aún me besan algunas solitarias madrugadas
nunca dijo su nombre... yo le llamo Dolores
y hasta eso no tengo quejas de ella
es fiel como ninguna
pero eso
eso es otra historia.