A Salomé.

Observando el rojo ardiente de aquel carbón que mí plancha de hierro calentaba, justo en ese instante donde veo que el triangular del hierro rojizo tornaba, con calladas voces y dulces susurros, en mi mente asomaban vagos recuerdos de un ayer que sin dudas no volverá, lo cual con un riguroso movimiento de manos que hice mientras el ojal de aquella mi camisa, que conmigo a misa viajaba los domingos.

Se vuelve hoy mi cómplice, y una traidora que a mí se unió en desobediencia, al mandato cristiano, que guardé durante casi todos mis años, el ojal endereza, y a mi plancha el frío del hierro otra vez le convence, lo cual es cosa que olvidó, Porque en mi mente existía sólo el silbido, que me impulsaba a recordar, lo bonito que era estar bajo las manos del placer, Qué significa tener el ser de una mujer, en el encanto ambiental, que provocan tus labios en mí, mientras conmigo el peso de mi lozanía debate, con el tiempo que demoro en vestirme.

Se hacen ya las 10:15, con olores de mirra mató el enjuague de aquella oreja, que de un guanacaste a mí saco limpio, mientras el cumplido reloj a las 12:45 llegó, hablando con la vieja Rossi me encuentro, en aquella su cantina esteliana, lugar donde me comentó bajo el amargo sabor del Ron, de una Muchacha llamada Salomé, lo cual provocó en este domingo sin gloria la revolución de toda mi historia, que en contra del sentir de mi religión combatió.

Enunciado momento, en el que humilló nace de aquella varita de incienso, te pienso, Salomé, mujer extraña, que conocí bajo el curioso sentir del deseo, y que descubrí Nuevamente mientras quitaba las telas de aquel mosquitero, donde contemplando un hermoso cuerpo de mujer, qué humedecido por un llanto corporal que provoca tu dormir bajo el calor de la noche.

En el delirio de lujuriosos placeres me ahogaba, motivo que me lleva, a despertarme en aquella callada madrugada, misma que consigo traía, a ese domingo religioso, que por placer virtuoso, Salomé junto a mí, 70 años de aniversario celebraría, porque junto a mí, cada madrugada se despertaba, y Disculpe usted lector, que envolví en el complejo sueño de un anciano de 70 años, le aseguro, que todo esto no lo escribí yo, pero desde el cielo firme, Porque mientras el frívolo frío de mi ocaso llegó, con Salomé converso entre nubes, que está historia de amor ya narrada, sólo en el andar de los días de nuestra vida, Se relató!!! y desde el cielo les digo que no hubo momento inquieto, porque entre ella y yo, todo se disfrutó.

Erick Rizo.

Comentarios & Opiniones

Siruposa Tinta Mexicana

Bravo. Muy lindo

Critica: 
Silvia

Es muy bello!

Critica: 
El trascritor de sentimientos

Muchas gracias!!!!

Critica: 
Celeste Alma

Se bebió a la Salomé de un sorbo, Don Loco!!
Feliz Domingooo!!

Critica: 

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